SOY católica. No parecería muy atinado pregonarlo en voz alta en esta época cuando se puso de moda, también en Colombia, perseguir a toda la Iglesia por los pecados abominables de algunos sacerdotes, como una manera estratégica y política de minar a una de las pocas instituciones que conserva su ascendencia universal.
Decidí escribir esta columna en primera persona, porque quiero discernir a partir de mis propias creencias espirituales, sin molestar a nadie. No quiero contribuir a la polarización y mucho menos en temas religiosos. Sólo quiero meditar en voz alta.
Todo lo sucedido con Santrich desde ese doloroso y provocador "quizás, quizás, quizás" que se clavó en el corazón de las víctimas y del adolorido pueblo colombiano y que le ganó el abierto rechazo de las mayorías, me lleva a preguntarme si nosotros como católicos, deberíamos tener misericordia con Santrich.
No quiero escandalizar a nadie. Voy a cumplir 20 años acompañando a las víctimas y sé de su dolor, indignación y abandono. He abogado públicamente para que no las manipulen más. Para empezar, pienso que misericordia divina no es impunidad terrenal, ni patente de corso para blanquear el negocio del narcotráfico. Repaso también los conceptos de Francisco: “Misericordia es la manera con que Dios perdona. Lo hace acariciando nuestras heridas. Jesús hace de confesor. No humilla...Basta reconocerse necesitado de su misericordia”.
Ahora que el partido de las Farc, en medio de la confusión jurídica, invoca la mediación del Papa Francisco para evitar la extradición de Santrich, es inevitable preguntarse: ¿Se puede tener misericordia con quien no tiene arrepentimiento? ¿Ha formulado una sola declaración que no haya sido provocadora y pendenciera? ¿Ha entregado él, información que permita a una de sus víctimas conocer el paradero de su ser querido y cerrar así un duelo? y ¿Si Santrich es culpable del delito de narcotráfico?
Esto dijo el Papa Francisco sobre el natcotráfico, durante su visita a Colombia: "También Jesús en el evangelio nos señala la posibilidad de que el otro se cierre, se niegue a cambiar, persista en su mal...pienso en el drama lacerante de la droga, con la que algunos se lucran despreciando las leyes morales y civiles...condeno con firmeza esta lacra que ha puesto fin a tantas vidas y que es mantenida y sostenida por hombres sin escrúpulos. No se puede jugar con la vida de nuestro hermano ni manipular su dignidad"
Entonces, ¿Es posible tener Misericordia con Santrich? El Papa recuerda que la Iglesia "Condena el pecado porque debe decir la verdad, pero al mismo tiempo abraza al pecador que se reconoce como tal". Insiste en que “el pecado no es una mancha, es una herida” y la actitud de Santrich, tan ajena a la reconciliación, ¿revelaría una herida? En el libro “El nombre de Dios es Misericordia” cita el Pontífice un ejemplo, sacado de una novela: el abad Gastón debía confesar a un joven soldado alemán condenado a muerte. El soldado había confesado su pasión por las mujeres y la falta de arrepentimiento. El abad desesperado por absolverlo, le preguntó: ¿Pero a ti te pesa que no te pese? Y el joven respondió: “Sí. Me pesa que no me pese”.
¿Será que a Santrich "le pesa que no le pese"?