Un grupo de adultos mayores viene manifestando por los medios de comunicación descontento y malestar ante la restricción a su movilidad debido al coronavirus, medida impuesta por el Gobierno que, sostienen, es autoritaria y violatoria de sus derechos, pues los margina de la vida pública y sus actividades. Esto sin sumar la molestia por el tono del señor Presidente para llamarlos abuelitos. La verdad es que estamos cumpliendo 100 días de recogimiento y como están las cosas, posiblemente este acuartelamiento de primer grado se extienda en el tiempo.
Pero el Ejecutivo argumenta que somos personas vulnerables al contagio del virus y más dispuestas en tasa de morbilidad, conceptos en el que sustenta la mencionada decisión motivo del descontento, pues sólo por necesidad de despensa, siempre que no contemos con personas en nuestro entorno para atender esta demanda, podemos abandonar la residencia. Otras concesiones contemplan los temas financieros y salud y ni qué hablar de actividades físicas al exterior de los domicilio, porque autorizaron unas pocas horas en la semana.
No voy a nombrar las personalidades que se pronunciaron en contra de la medida por ser de público conocimiento, no quiero entrar en debates o algo por el estilo, sólo deseo resaltar la situación y mediar en las posiciones, con el fin de atemperar los ánimos y lograr aceptación de la situación en cada sector, pues de una parte nuestros defensores manifiestan sentirse tratados de forma irrespetuosa y eso es válido ya que cada cual puede percibir los términos hacia su persona de una forma diferente a como pretende su interlocutor referirse, y si me lo permiten, no creo que el señor Presidente quiera ofendernos ni mucho menos, no habría razón para ello.
Creería que en su afán y preocupación de llegar a nosotros con una medida tan discutible procuró acercamiento utilizando una palabra que nos enorgullece cada vez que los nietos la pronuncian y suena como música a nuestros oídos. Recordemos que se estaba dirigiendo al país, no sólo a nosotros los mayores y no perdamos de vista los diferentes niveles que en todo sentido hacen parte de nuestra sociedad, colectividades que pueden recibir la decisión con diferente lectura. Por ello quiso, pienso yo, generalizar.
Válido también es poderse manifestar sin temores ni rencores como lo hicieron las personalidades de que venimos hablando, que movieron al país en su favor, pues les cabe toda la razón; pero conocemos el pensamiento de los conciudadanos y si el señor Presidente no recurre a medios coercitivos, poco o nulo cumplimiento le hubieran dado los abuelitos. Si recurre a nuestra conciencia, compromiso, responsabilidad, seriedad, seguramente muchos mayores acataríamos la recomendación, pero imaginemos el número de abuelitos reacios e irresponsables que no hubieran acatado el pedido. Atemperémonos y apoyemos en este momento tan difícil