En estos momentos de zozobra que vive nuestro país, en el que enfrentamos unas elecciones inciertas, donde aún guardamos la esperanza de eliminar las plagas de la corrupción, anhelamos un Estado protector que garantice una justicia equitativa, orientada por políticos honestos, cuya única misión sea la de encaminar sus acciones hacia el bienestar común.
En el Diglo de la Ilustración surgió un gran filósofo y jurista francés llamado Montesquieu, quien estableció la separación de poderes como principio esencial de la democracia, en la cual los poderes legislativo, ejecutivo y judicial del Estado deberian ser ejercidos como órganos diferentes, autónomos e independientes entre sí. De este modo se confiaria la vigilancia de los tres poderes entre ellos mismos para impedir los excesos.
Estas ideas expresadas por Montesquieu aún mantienen su vigencia y deben aplicarse con rigorosidad, para enfrentar la corrupción reinante en nuestras instituciones.
En Colombia abundan los excesos de poder. Ya lo advertiamos con la interferencia del poder en el Capitolio por Juan Manuel Santos cuando era ministro de Hacienda creando los “cupos indicativos” más conocidos como “mermelada”. Predicaba que con ello se acabarían los auxilios parlamentarios y el objeto era que los congresistas pudieran llevar obras a sus regiones sin la corrupción.
Y qué decir de los congresistas, que utilizando su poder omnímodo introducen micos en las leyes, como el de aprobar la polémica reforma a la justicia y otras iniciativas que le dieron via libre a la Procuraduria, a la Defensoría y a la Registraduría para crear puestos, pasando por encima de la Ley de Garantías, lo que algunos llamaron: “legalización de la mermelada electoral”
También los Honorables Padres de la Patria negaron el proyecto de ley que establecía trabajar más días disminuyendo el periodo de vacaciones, manteniendo el incremento de sus sueldos.
Para rematar, la Corte Constitucional evadiendo los derechos de las víctimas, hace un llamado al Presidente de la República para que dé más protección a los líderes de las Farc.
Con razón José Manuel Acevedo clamaba en El Tiempo… “y mientras tanto, las víctimas se siguen preguntando, qué tribunal o qué Corte les va a declarar el “estado de cosas inconstitucional” por falta de reparación en todo este tiempo o por la ausencia de sentencias y sanciones efectivas en contra de los máximos responsables de los crímenes más horribles que se hayan cometido en nuestro país”.
Pero ¿quiénes serán los futuros parlamentarios anticorrupción que llegaran al Congreso en las próximas elecciones? Difícil predecirlo.
Los debates de los aspirantes a la presidencia en el mundo del espectáculo han impedido conocer los programas de los futuros padres de la patria que elegiriamos el próximo 13 de marzo.
El pueblo no quiere ser traicionado nuevamente. Esperamos elegir unos auténticos honorables senadores y representantes que tengan la voluntad de extinguir los micos y nido de ratas que han invadido nuestras instituciones.