Seguimos padeciendo los casos de paseo millonario, atraco, secuestros, escopolamina, engaño a personas alicoradas, en fin son innumerables los temas, que conspiran contra personas de bien en todo el manto del país, principalmente en ciudades capitales y, por supuesto, especialmente en Bogotá.
A todos los seres nos duelen las muertes y contingencias de nuestros vecinos y condenamos la muerte del Dr. Carlos Fabián Herrera, que hasta el momento no ha sido esclarecida y se desconocen las acusas de su deceso. Los medios han reportado una serie de datos e informaciones que los cuerpos investigativos están analizando, y seguramente muy pronto, dado su profesionalismo, entregaran ante las autoridades los responsables del execrable crimen.
Con tristeza registramos que la muerte de este profesional de la medicina nos demuestra lo poco y nada que los ciudadanos toman en cuenta las recomendaciones, insinuaciones y sugerencia que constantemente imparten las autoridades, primordialmente la Policía Nacional, buscando aumentar el nivel de alerta en los habitantes. La institución reparten volantes plenos de consignas sobre el cuidado en los desplazamientos, tanto en solitario como grupal, especialmente hacia las horas nocturnas, sin embargo, nuestros conciudadanos hacen oídos sordos ante las advertencias y a cada paso, exponen su vida e integridad por actuar con imprevisión. ¡Recordemos que la imprudencia es enemiga de la seguridad¡
Según las informaciones el Dr Herrera se encontraba hasta bien entrada la noche en un establecimiento público departiendo con algunos amigos, cuentan las informaciones que lo vieron tomar un taxi y -pare de contar,- se quiebra el hilo conductor, perdiendo sus amigos todo rastro del joven galeno, hasta el día y hora que su cuerpo fue hallado en una zona densa, ubicada en el barrio Compostela, de la localidad de Usme.
Ante la realidad, sin el ánimo de enjuiciar y mucho menos prejuzgar, cabe preguntar, ¿Por qué salió sólo, sin que ningún contertulio lo acompañara a tomar el taxi? ¿Por qué en el establecimiento no le pidieron por teléfono un vehículo? ¿Por qué los empleados del lugar no tienen la instrucción de anotar las placas de autos del servicio público que transportan sus clientes? En fin, ¿Por qué nadie se preocupó con la salida del amigo y contertulio, que según cuentan había ingerido algunos tragos de licor durante su estancia en el lugar?. Repito, son preguntas formuladas sin mayor conocimiento y seguramente están totalmente despejadas en la investigación, o todo lo preguntado, se cumplió sin resultado positivo, pero la información deja un sabor frustrante por falta de compromiso y atención hacia la autoseguridad.
Entendemos que nadie diferente a la policía tiene la obligación de cuidar los parroquianos, pero… pero… una alerta a tiempo, una orientación, una demostración de amistad y preocupación por el amigo, pudo evitar la pérdida del Dr. Herrera