“Líbranos Señor de los nuevos Herodes”
Eran épocas maravillosas en que se elegían magistrados con las más altas calidades humanas. Sus jurisprudencias llenas de sabiduría eran ejemplo para la sociedad.
Cumplían fielmente el mandato bíblico: “escogerás de entre todo el pueblo hombres capaces, temerosos de Dios, hombres veraces que aborrezcan las ganancias deshonestas, y los pondrás sobre el pueblo como jefes de mil, de cien, de cincuenta y de diez…”
Sin embargo, este mandato bíblico fue desviado hacia horizontes populistas y politiqueros, ausentes de valores y virtudes.
Pero los tiempos y las culturas cambian. Hoy unos magistrados actúan como Herodes, ya no analizan la existencia de una vida desde el punto de vista del pronúcleo, núcleo de los gametos o células sexuales (ovulo y espermatozoide). Sería una discusión fatua.
Ahora, algunos magistrados y partidarios del aborto dieron un salto mortal, sus argumentos abarcaron exclusivamente los derechos de la mujer, los derechos a la vida del bebé en gestación fueron excluidos, derechos que también son fundamentales.
Bienaventurados los prematuros que hoy sobreviven, que se salvaron de las garras asesinas de los abortistas.
Ante el aborto practicado de un bebé de siete meses de gestación, la directora de Profamilia en rueda de prensa manifestó cínicamente: “practicamos el aborto a un feto de siete meses de gestación, porque la madre lo solicitó, además porque la Corte Constitucional no fijó ningún tiempo límite para practicarlo”.
Significa que para Profamilia la vida de un prematuro en potencia no existe, por ende nunca se le dará el beneficio del derecho fundamental a la vida contemplado en nuestra Constitución.
El magistrado de la Corte Constitucional, Alberto Rojas Ríos, respondió en un reportaje, una idea tal vez inspirada en el Partenón griego: “la suprema ley es la ley de la igualdad”.
Pero ¡oh sorpresa!, el magistrado desconoce el derecho fundamental a la vida del bebé potencialmente prematuro, sólo acepta los derechos de la mujer para interrumpir voluntariamente el embarazo, con la idea de que la está librando de toda frustración futura que pueda llevar en su existencia.
Un bebé en gestación, que ya está formado a los cinco, seis, siete meses, para los magistrados y para Profamilia no existe, por tanto no se le puede aplicar el derecho a la igualdad, consagrado en el artículo 13 de la Constitución nacional.
Imposible que las mentes abortistas, justificando el derecho de la mujer a decidir libremente sobre su cuerpo no se fijen en sus propias hija(o)s que permitieron nacer, ellos también son seres humanos, que con sonrisas tiernas alegran cada día su existir.
Margarita Rosa de Francisco en su columna de El Tiempo titulada “Abortar es matar” afirma: “es un desgarramiento que ocurre en la soledad y oscuridad del vientre y el corazón de cada mujer. En ese asesinato es nuestra propia e íntima sangre la que corre, somos el hijo en potencia y la madre en uno, muriendo solos y al tiempo”.
¡Líbranos Señor del retorno de otros Herodes malditos!