El presidente Duque sostiene que “... Márquez, El Paisa y Romaña están en Venezuela, y no jugando a las muñecas, sino protegidos por la dictadura de Maduro”.
Según él, lo mismo sucede con Santrich, ya que “... por la cercanía del lugar donde estaba (al huir), también está en Venezuela, con protección del gobierno”.
Dicho de otro modo, un aparato militar llamado de nuevo Farc-Ep, o “Caminantes”, o como sea, se está conformando con la anuencia activa o pasiva de la dictadura para desarrollar con mayor precisión el ideal revolucionario.
Ideal revolucionario que, si no se somete a profunda cirugía, es el mismo que promueve el partido Farc desde el Congreso colombiano y, por supuesto, el mismo que anima y alienta el régimen chavista.
Régimen chavista que ampara, no solo en la frontera, sino en lo más profundo del territorio venezolano, hasta el extremo oriental del país, la alianza cada vez más funcional entre esas Farc y el Eln, formando así un poderoso bloque armado para la ‘guerra proxy’ (por encargo), es decir, un ente que coopera en el control social limitando a los opositores y que actúa también contra el imperialismo y “sus peones”.
En consecuencia, resulta procedente preguntarse:
1- Si las relaciones diplomáticas entre Bogotá y Caracas están rotas, y el espurio gobierno de Miraflores ni siquiera se toma la molestia de referirse al asunto, ¿qué tipo de acción no-mediática piensa emprender el Ejecutivo al respecto?
2- Si bien hay una diferencia geográfica importante entre Venezuela y Cuba, pero la isla también alberga a terroristas (incluyendo la posibilidad de que Santrich esté allá) y se niega a extraditarlos, ¿qué medidas no-retóricas podría asumir el Gobierno Nacional para garantizar que los delincuentes sean devueltos y, lo que es más importante aún, no urdan acciones criminales contra Colombia desde el lugar en que se encuentran?
3- Si Caracas y La Habana no han modificado en nada su conducta hostil, desafiante y agresora a pesar de las sanciones personalizadas y sectorizadas impuestas por Washington contra el régimen, ¿qué tan útiles serán las que reclaman y proclaman el Grupo de Lima y la Unión Europea en caso de que no prosperen, como no han prosperado, las conversaciones en Barbados?
Dicho de otro modo, ¿no habrá llegado ya el momento de conformar una coalición mínima suficiente, similar a la que EEUU está coordinando en estos momentos frente a Irán, en el Golfo Pérsico?
O sea, ¿una coalición para pasar de las palabras a los hechos y responder ante la agresión del chavismo ampliado con una serie de acciones decisivas como las que suponen tanto el artículo 51 de la Carta de Naciones Unidas como la Resolución 1373 del Consejo de Seguridad?