Con la firma del Acuerdo de La Habana, el 24 de noviembre de 2016, aproximadamente 6.900 miembros de las Farc iniciaron su concentración en las diferentes zonas veredales para iniciar su tránsito a la vida civil. Sin embargo, a pocos días que se cumpliera el primer año de la firma del Acuerdo, las cifras eran desoladoras, no sólo porque en una emboscada asesinaron a tres policías asignados a la unidad para la edificación de la paz en Miranda, Cauca, sino porque el jefe de la Misión de Verificación de la ONU notificó que al menos el 55 % de los exguerrilleros de las Farc que se acogieron al acuerdo de paz abandonaron las zonas en las que se encontraban, señalando que hubo espacios territoriales de capacitación y reincorporación como el Gallo y la Policarpa, en los que la totalidad de los excombatientes abandonaron las zonas.
Aunado a estos hechos se sumó la orden de captura internacional emitida por la Interpol en contra de Jesús Santrich, por estar presuntamente vinculado en una conspiración para exportar diez toneladas de cocaína hacia los Estados Unidos, la negación de los negociadores a entregar las rutas de coca, el aumento paulatino y significativo de los cultivos ilícitos en el país, el asesinato de los líderes sociales y el incremento de la actividad minera ilegal.
Por si lo anterior no fuera suficiente, desde hace días no se tienen noticias de Henry Castellanos Garzón -alias Romaña-, Luciano Marín Arango -alias Iván Márquez, ex negociador de paz-, ni de Hernán Darío Velásquez -alias el Paisa, exjefe de la columna Teófilo Forero-, quienes abandonaron sus respectivas zonas de concentración, después de desistir de las medidas de protección brindadas por la Unidad Nacional de Protección. Aún sin pronunciamiento oficial, se contemplan diferentes hipótesis sobre el paradero de los tres alfiles de las Farc, dentro de las que se destaca un tránsito a Venezuela y/o la posible alianza con Gentil Duarte, -facción disidente de las Farc que pertenecía al Bloque Oriental-, quien junto con Jhon 40, representan el mayor desafío para la seguridad del país, por su cercanía con el narcotráfico.
Lo cierto es que ante este desolador panorama y a tres meses de cumplirse dos años de la firma del acuerdo de La Habana, la “paz” que dejó Santos está cada vez más lejos, no sólo porque más de la mitad de los desmovilizados abandonaron las zonas de concentración en tiempos de Juan Manuel, sino porque existen bases razonables para creer que miembros de la “antigua Farc” continúan involucrados en el desarrollo de actividades ilícitas a través de su relación con las disidencias, mientras los directivos del partido de la rosa, parecen resistirse a la idea de tomar acciones en contra de aquellos miembros que incumplen lo pactado.
Así pareciera ser que, el único gesto de paz realizado por las fuerzas del común, fue el de facilitar la posesión de sus 8 representantes en el Congreso de la República, lo que a todas luces es insuficiente.
@SamuelHoyosM