Este mundo no podría sobrevivir a un nuevo colapso financiero como el que se vivió en 2008. Estamos pasando por tiempos límites. La banca mundial tiene una fiebre cada vez más angustiante. Las decisiones que se están tomando a nivel macroeconómico pueden afectar el bolsillo de todos.
Y en medio de esta durísima tormenta financiera están las Startups. Esos emprendimientos tecnológicos que supieron sacarle mucho jugo a los colaterales de la pandemia, pero que ahora se están enfrentando a una crisis inusitada, compleja y que las tiene al límite de la desaparición.
Tengo que confesar que admiro mucho a los emprendedores. Y a los emprendedores tecnológicos todavía más. Los admiro sobre todo por las agallas. No cualquiera tiene la valentía de arriesgar su reputación (que es el activo más importante para una persona o para una empresa) para intentar sacar adelante una idea, un proyecto o simplemente un sueño. Dicho esto, la valentía inicial tiene que sumarse a un pulso casi que hierro.
Recientemente, Freddy Vega, fundador de Platzi hizo una reflexión muy interesante sobre el momento que atraviesan la startups y las perspectivas a futuro. Invito a que todos las vean. Lejos de los remordimientos y las palabras vacías, Vega hace un profundo análisis de por qué los emprendimientos digitales viven esta coyuntura y sobre todo resalta la importancia no sólo de la sobrevivencia sino del crecimiento de las startups.
Para Latinoamérica, el emprendimiento digital, considero, es un democratizador vital. El hecho que existan empresas que hayan logrado cotizar en las bolsas más importantes y que además estén apoyadas por fondos internacionales (que sin duda tienen sus pecados, no nos digamos mentiras) nos permite al menos soñar con una suerte de competencia con países mucho más desarrollados.
Este es el momento en el que los gerentes tienen que brillar. Ahora no se trata de tener una idea de negocio revolucionaria. Ahora se trata de tener la suficiente muñeca para que el barco no se hunda. De fondo, las ideas y modelos de negocio siguen siendo buenas o disruptivas, pero era claro que no siempre todo iba a ser color de rosa. Y sólo los verdaderos gerentes podrán afrontar este conato de crisis.
Todavía tengo fe que los negocios digitales serán la válvula de salvación para economías emergentes como Colombia. Pero necesario tener apoyos estatales más decididos, regulaciones más flexibles y sobre todo mayor austeridad en el gasto. Este mundo, y sobe todo nuestra querida Latinoamérica, no tienen margen. Otra crisis financiera nos llevaría a una vorágine social y eso nunca se sabe en qué puede terminar.
Las startups no sólo tiene que sobrevivir. Tienen que crecer. Los Estados en Latinoamérica tendrán que frenar esa guerra que tienen contra los emprendimientos tecnológicos. De hecho, los Estados en nuestra región deben ir más allá: si es el caso tendrán que implementar estrategias de salvamento en favor de las startups. Todo sea por el empleo. Todo sea por la estabilidad.