Desde 2018, la Conferencia Episcopal de Nicaragua demandó en un comunicado que el gobierno derogara las reformas del Instituto Nicaragüense de Seguridad Social, que aumentaba la contribución de empresas y empleados, así como deducciones a los jubilados; no obstante que años atrás, en 2006 había hecho la pantomima de casarse por la Iglesia con Rosario Murillo y, que en 2006 derogara un artículo del antiguo Código Penal que permitía el aborto en ese país.
Si bien los sacerdotes y los religiosos no deben asumir funciones de militancia activa y de liderazgo en los partidos políticos y nadie debe pretender que su posición sea la única válida según el Evangelio, los cristianos, particularmente los laicos, tienen obligación de participar en la política y, además del sufragio, la Iglesia asume la representación de la comunidad a través de los comunicados de las conferencias episcopales, o ceñidos al mensaje pastoral del Pontífice, habitualmente luego del Ángelus dominical, desde donde se rechazan gobiernos que sean incompatibles con la fe del pueblo, o que pretenden construir un modelo de sociedad determinada en la que se suprimen los derechos fundamentales y las libertades de la persona humana. La lucha contra el marxismo, el comunismo, fascismo y el nazismo, así como los totalitarismos han sido parte del discurso de los Papas, particularmente desde tiempos de León XIII.
Aunque no se puede tildar el silencio del papa Francisco como un guiño al régimen de Ortega y su mujer, si hay quienes afirman que el cardenal Brenes es responsable, pues hay más figuración de sus obispos subalternos, como el arzobispo Báez, quien acudía a su cuenta de tuiter para criticar actitudes de la familia gubernamental, o la valerosa actitud del obispo de Matagalpa, Rolando José Álvarez.
Sin embargo, desde la expulsión del Nuncio, Monseñor Waldemar Stanislaw Sommertag, a quien, por decisión del gobierno de Daniel Ortega, se obligó a "salir del país inmediatamente después de la notificación de la disposición", como indicó el comunicado vaticano de 2018, pero ante lo cual, ya por cuatro años el Papa ha guardado un inadmisible y extraño silencio, ni siquiera alterado por los recientes hechos, o por la expulsión a pie y a punta de fusil de las Misioneras de la Caridad (Comunidad de Santa Teresa de Calcuta), hoy acogidas en Costa Rica. El Vaticano, realmente podría intervenir desde la OEA, de la cual es observador, pero allí, su delegado solo ha dicho que la situación es “preocupante”.
La cronología de profanaciones, sacrilegios, atentados, robos y ataques en contra de la iglesia católica de Nicaragua da cuenta del acoso y persecuciones, no solo contra la jerarquía sino contra los fieles en general.
La fuerza política del catolicismo nicaragüenses está mermada desde la época de la revolución sandinista, que siguiendo las consignas marxistas desterró la libertad religiosa, que hoy solo viven familias tradicionales y ancianos, hoy en día totalmente amedrentados; pero la iglesia católica es probablemente “el último espacio de la sociedad civil que queda en el país” y, no es más que la paranoia del presidente y la vicepresidenta quienes creen que los católicos pueden organizar grupos de fuerza contra ellos.