Latinoamérica ha sido un dolor de cabeza para los gigantes del streaming. Para los Disney, Netflix, Amazon o HBO, los latinos se han convertido en una espinita en la espalda. El crecimiento de los suscriptores no ha sido cómo los todopoderosos esperaban.
De acuerdo con uno de los balances financieros de Netflix su base de clientes sólo aumentó un 0,85% al totalizar 38,99 millones de abonados. Ya había tenido rendimientos similares en el Q1 2021 con un crecimiento del 0,95% y en el Q3 2020 con uno de 0,71%. Pero si por Netflix llueve, por Disney no escampa. El todopoderoso Disney fue noticia porque "reconoció" que Star+ está creciendo a un ritmo más lento de lo esperado en Latinoamérica.
El CEO de The Walt Disney Company, Bob Chapek, expuso que no están obteniendo en América Latina las cifras que proyectaban de la nueva plataforma de streaming Star+. El ejecutivo reconoció que "el crecimiento se está dando de forma más lenta de la deseada". Y si el mercado Latinoamérica tiene sus complejidades, el mercado colombiano es todavía más particular.
La Comisión de Regulación de Comunicaciones sacó un estudio para determinar el rol de los servicios OTT en el país. La principal conclusión es que, sí los colombianos utilizan cada vez más aplicaciones de streaming, pero todavía mantienen (y mantendrán) su preferencia por los servicios tradicionales: la vieja y querida televisión por suscripción.
Definitivamente, la televisión no está muerta. Lejos de eso. El diagnostico reveló que, el 57% de los hogares cuenta con servicio de TV por suscripción, mientras que el 25% cuenta con señal de televisión a través de TDT (7% más que el año 2019). Uno de cada 3 hogares (36%) en el país consume aplicaciones audiovisuales y el 29% cuenta con aplicaciones audiovisuales pagas.
En otras palabras, mientras que uno de cada dos hogares todavía paga por ver canales tradicionales de televisión, una de cada tres familias paga algún tipo de servicio de streaming. Esa proporción, en favor de la vieja y querida televisión, se mantendrá por los menos cuatro o cinco años más por dos razones: la infraestructura -todavía más de medio país navega a velocidades que no superan las 50 Megas- y sobre todo por los hábitos de consumo -actualmente la generación de los 40 a 50 años domina el mercado y ellos crecieron que la TV como acompañante de varios momentos-.
El problema es que se avecina un conflicto entre los poderosos del streaming y los operadores de televisión por suscripción. Poco a poco (suave suavecito), los OTT quitarán canales y contenidos de sus canales tradicionales (si no es que eliminan canales) para obligar a los usuarios a suscribirse a sus plataformas. Y ahí el tema dejará de ser un mundo de oportunidades para volverse un tema de monopolios del contenido. Y los que pagarán los platos rotos serán los usuarios.