De verdad, no es un título para clickbait. Ni una exageración para que se lea este artículo. Considero que esa guerra que nos están vendiendo entre las plataformas de movilidad y los taxis no existe. Al menos no en 2023. Quizá existió hace una década. Pero en la actualidad las dos formas de movilidad conviven y compiten en las calles. Así no les guste a los gobiernos y los reguladores.
Ojalá más temprano que tarde, todos los interesados entiendan que no se regula una plataforma, ni una aplicación. Lo que se debe entrar a normalizar es el hecho de que un particular preste un servicio de transporte público. Eso es.
¿Puede un particular prestar un servicio de taxi? Y en caso de que sí, ¿qué condiciones debe cumplir para que pueda prestar el servicio en condiciones equilibradas (o al menos justas) frente a los competidores que se dedican a eso? No es más.
Por supuesto, esta disrupción tiene un vacío regulatorio. Un hoyo negro que hasta ahora nadie había querido cavar. Por un lado, está la realidad de miles de personas que recorren las calles de las grandes capitales transportando usuarios o llevando cuanto encargo haya, sin tener una afiliación a regímenes de salud o pensión. Tampoco tienen acceso a seguros, pensiones o liquidaciones.
Por otro lado, están las plataformas que dicen que no se pueden encargar de estos tortuosos parafiscales porque sus consumidores NO son empleados. Desde el día uno, los Uber y demás han dicho que ellos son un intermediador entre una necesidad y un asociado, emprendedor, autónomo, llámelo como quiera, que puede solventar esa necesidad.
Como siempre, las legislaciones están cinco o diez años tarde. La economía digital y colaborativa, los famosos unicornios, ya están volando muy alto como para que la regulación los alcance. Esta discusión era importante darla, ¡pero en 2016! En pleno 2023, ya no hay forma de eliminar organizaciones que cotizan en bolsa y producen miles de millones de dólares.
El debate por los taxis o las plataformas se ha macartizado en las redes sociales, como casi cualquier tema debatible. Pero en las calles, en el día a día, la disyuntiva no existe. La competencia entre unos y otros es y siempre ha sido por identificar quién entrega un mejor servicio.
Las autoridades en vez de salir en los medios con afirmaciones disonantes deberían trabajar en sacar estudios de mercado que midan, por ejemplo, cuántos taxistas utilizan las plataformas de movilidad para aumentar el dinero que producen. Se llevarían una gran sorpresa. No podemos decir con seguridad el número, pero sí estoy seguro de que miles de taxistas en Colombia ya entendieron que los Uber no se van a ir y decidieron competir con acceso y servicio.
Por supuesto, también existen taxistas que se resisten al cambio. Y existen reguladores populistas que gritan consignas y arengas en vez de tomarse el trabajo de hacer estudios y salir a la calle para ver cómo regulan un servicio que desde que tenga demanda siempre, pero siempre va a existir.