¿Qué subyace en el deterioro progresivo de las relaciones entre los colombianos? Su deterioro es evidente y acelerado como consecuencia de una polarización extrema, que se inició motivada por los egos y los intereses personales, y ya ha degenerado en el vandalismo popular y en la reaparición del terrorismo. Es fácil apreciar cómo todo este panorama parece tener muy poco de espontáneo y mucho de inducido.
Los saqueos de las últimas horas a supermercados y almacenes en el sur de Bogotá, Melgar, Girardot y Saldaña no fueron motivados precisamente por el hambre, como en Venezuela, y suena por lo menos extraño que la causa haya sido el señalamiento de la Fiscalía a sus propietarios, como testaferros de las Farc. Es necesario escuchar con atención los testimonios de los vecinos directamente afectados. Uno de ellos pregunta: ¿qué hacen extranjeros saqueando supermercados? Otro aseguró: Esto es puro vandalismo.
Llaman poderosamente la atención las declaraciones del Ministro de Defensa, Luis Carlos Villegas:
“Los establecimientos comerciales que ayer sufrieron una serie de desmanes provocados por los mismos administradores de esos establecimientos en varios lugares del Tolima y Huila van a estar custodiados por miembros de la Fuerza Pública. Lo que nos informan es que los administradores incitaron a la ciudadanía a hacer esos desmanes en tiendas de abastos, la policía intervino y logró evitar estas acciones”.
¿Autovictimización estratégica con fines electorales? En plena época de los celulares y la comunicación instantánea, va a ser muy difícil tapar el sol con un dedo. Todo se devela.
Y a todas estas, ¿quién defiende al ciudadano? La Policía y el Ejército no van a dar abasto, ocupados en la frontera, convertidos en muro de contención humana y corriendo a apagar la chispa de los conatos de incendio que los van a distraer en diferentes zonas del país.
Lo único que verdaderamente tenemos en común con Venezuela es el origen que dio lugar a la situación actual: una clase dirigente destrozándose a sí misma, embebida en la defensa de sus intereses particulares y congraciándose con los sectores más radicales. Creyendo, con ingenuidad, que van a sobrevivir.
La verdadera batalla la libran manipuladores profesionales importados, por unos y otros, que han jugado con las emociones y necesidades más sentidas de la población. Parecen metodologías foráneas de aplicación sistemática. ¿Recuerdan la primavera árabe?
Lo único claro es que quiénes las usan, sienten un profundo desprecio por el pueblo colombiano. No importa el costo con tal de imponer a otro, su ideología.
¿Cuál de los candidatos presidenciales está dispuesto a propiciar una reconciliación real entre los colombianos? Una reconciliación que nos dignifique en nuestra condición de hijos de Dios, de ciudadanos no manipulables y con plenos derechos.
Un reencuentro entre los colombianos que anhelamos la reconciliación verdadera, sin renunciar a nuestros derechos, es el único camino para emprender la tarea de reconstruir el país. O nos decidimos a empezar a recorrerlo ya mismo o pronto encontraremos que nos queda cada vez menos por reconstruir. Que Dios tenga Misericordia de nosotros y nos lleve de su mano.