Ha sido presentado a consideración del Congreso de La República, con iniciativa del Centro Democrático, un proyecto de ley para reformar el art. 161 del Código Sustantivo del Trabajo y reducir la jornada laboral de 48 a 40 horas semanales, que se proyecta de manera escalonada, así: cuando entre en vigencia, las horas máximas de trabajo semanales serán 45; a partir del segundo año, bajarán a 42 y a partir del tercero, serán de 40. En la exposición de motivos se señala que es para armonizar la nuestra con la legislación laboral de otros países, lujos que no nos podemos dar en esta época.
El espíritu de la norma tiene una bondad inobjetable. Pero es inoportuna e inconveniente. Ya los empresarios se pronunciaron en su contra y los trabajadores ha guardado relativo silencio, porque de aprobarse, en tiempos en que el covid-19 quebró el aparato productivo de la economía, no pudiera pensarse en ninguna ley más contraproducente, pues lo que lograría sería acabar de colapsar la demanda de mano de obra y ello a nadie conviene, empezando por los propios trabajadores. Pedimos al CD que repiense el tema y/o lo ponga en remojo hasta que haya un cambio importante de las actuales circunstancias económicas del país. Ya vendrán tiempos mejores cuando se pueda pensar en pasar más tiempo disfrutando de la paz del hogar…
Eso por un lado y, por el otro, parece algo para ripley el hecho de que trabajadores, empresarios y gobierno se sienten en tiempos de guerra en una mesa de negociación para definir el salario mínimo del año próximo. Los trabajadores piden un incremento del 13% y el Gobierno no va a ofrecer más del IPC, que va en menos del 2%; jamás se había visto una brecha tan profunda entre ambas posiciones ¿Cómo se van a encontrar, de manera razonable? Como dirían en mi tierra, “es más fácil juntar un par de estribos en una yegua barrigona” que llegar a un acuerdo entre las partes. Y como el Gobierno no está obligado a lo imposible, a menos de que un juez de tutela lo ordene - ahora que ya están legislando, gobernando y aplicando justicia- ya estará preparando su fórmula de SMMLV 2021. Amanecerá y veremos.
Post-it. Donald Trump sigue dando patadas de ahogado, una vez perdido en el proceso electoral, luego de una espantosa y espantable campaña que manejó mal de principio a fin. Esos debates y sus posteriores alocuciones fueron fatales, distinto a lo que pasó con su discurso de aceptación de candidatura –ponderado pero vehemente, desafiante pero centrado- y luego de las espléndidas presentaciones de su esposa Melania y de su hija Ivanka, mujeres hermosas, inteligentes y carismáticas que metieron el ficho por impulsar la candidatura del magnate ahora venido a menos. Pero no lo duden. El hombre será el candidato a vencer en 4 años. Hará valer sus más de 74 millones de votos, suma nada despreciable después de una perversa campaña contra los mass media, las encuestas y contra el señor Soros, quien es el nuevo “coco” de la democracia mundial.