Hablar de las oportunidades en medio de la pandemia se ha vuelto recurrente. Y es cierto, hay muchas oportunidades. Este momento de inflexión ha servido para que, como país, pongamos a prueba todo lo que existe y para darnos cuenta de todo lo que nos hace falta.
Sobresalen los problemas del sector salud. Inminente la bioseguridad, y debemos superar el maltrato laboral de que son sujetos los trabajadores de la salud. Las cooperativas o sindicatos que extraen porcentajes significativos de sus ingresos, con turnos por fuera de los parámetros recomendados, y con dilaciones en sus pagos mensuales. Todo esto, debe ser atendido y solucionado de manera inmediata.
El Gobierno ha destinado $6,8 billones para crear nuevas UCI y recursos para la salud. Debemos lograr que todas las regiones de Colombia estén preparadas para el Covid y que pasado el virus tengamos instalaciones hospitalarias bien dotadas. Hay cuidar esos recursos con veedurías y ciudadanos con ojos abiertos.
Nos faltan más recursos para crédito y subsidios directos a los sectores que están más afectados, pero cuyo valor social exige rescate. Mucho se ha hecho: $1,5 billones para el agro, $12, 7 billones para créditos y $20 billones más para las nóminas. Sin embargo, la sensación es que aún faltan recursos y que el acceso al crédito a través del sistema bancario es limitado. Ojalá nos arriesgáramos a alternativas más novedosas como dar liquidez a las fintech y fondos de capital de riesgo. Además permitir, que los representantes legales, con mejor pasado crediticio que sus negocios, fueran los beneficiarios de esos créditos.
En materia social, ya el virus nos dio una gran oportunidad; profundizar el componente de política social. Los programas estatales cubrían familias en acción con 2,7 millones de hogares, jóvenes en acción con 274 mil beneficiarios, Colombia Mayor con 1,7 millones de ancianos. Logramos PAE ampliado para 6,2 millones de familias, paquetes nutricionales del ICBF para 1,7 millones de familias, alivios de Icetex 100 mil beneficiarios Hemos hecho cosas extraordinarias -y digo hemos-, porque no solo ha sido el Gobierno, sino que lo que ya teníamos permitió dar el siguiente paso. Y son dos pasos más, sobresalientes: la devolución del IVA para un millón de familias significa un gran avance en equidad. El programa ingreso solidario para identificar desempleados o personas con trabajos poco estables o bajos ingresos. Se identificaron 3 millones de familias, y ya se les giró a un millón, y en esta semana se completara el resto.
Colombia tardó muchos años en poder consolidar la base de datos del Sisbén. Unas encuestas realizadas en terreno para identificar y saber dónde está la población más pobre y vulnerable. De esas encuestas y el cruce con otras bases de datos, como el PILA (que informa las cotizaciones de quienes trabajan, el monto de su salario, si es independiente o empleado), salió esta caracterización de la población colombiana.
Finalmente, un sueño sería lograr utilizar la crisis para una enorme revolución educativa: educación virtual pública. Deberíamos apostarle a una plataforma virtual que una todo lo que hoy se sabe en términos de pedagogía, que congregue los mejores profesores, que potencie la tecnológica como vehículo para generar interés y que provea contenidos de calidad mundial. Los profesores continuarían en sus trabajos y contribuirían en la retroalimentación personalizada. La conexión a internet terminará llegando a todo el país, y si ya tenemos la plataforma será muy fácil que todos los niños colombianos tengan en derecho a una educación como la mejor del mundo.