ORLANDO CANO VALLEJO | El Nuevo Siglo
Lunes, 18 de Febrero de 2013

3 que restan

Además de revaluación que resta ingresos a exportadores y dificulta creación de empleo estable, hay otras tres limitantes para crecimiento sostenido de economía nacional. La primera tiene que ver con nuestro precario y lento sistema de justicia que causa desconfianza, incertidumbre y falta de garantías a empresas y ciudadanos.

Hombres de negocios consultados sobre causas por las cuales economía no crece arriba del 5% anual como se requiere para atacar pobreza, señalan la justicia como una de las trabas que encuentran. Dicen que la justicia es paquidérmica, obsoleta y acumula procesos. No surte trámites. Archiva casos sin resolver y no transmite seguridad a empresarios que requieren reglas de juego jurídicas claras y estables. Para que una economía sea próspera, productiva y competitiva requiere de justicia ágil y efectiva, que goce de respaldo ciudadano y que sea diligente en resolución de fallos, litigios o procesos ordinarios. Empresarios y ciudadanos necesitan sentir que su rama judicial es digna de crédito. Es como si la marcha del país fuera al mismo paso de la justicia. Si tribunales son rápidos y no agilizan arrume de casos sin resolver, economía recibe esa influencia y se torna raquítica.

Credibilidad en sistema de justicia es signo vital para compañías foráneas establecidas en Colombia. A inversionistas les gustan fallos oportunos, cualquiera sea el resultado. No pueden estar a expectativa de procesos legales que no se resuelven en ocasiones por negligencia. Eso causa incertidumbre y frena inversiones.

Segundo escollo: infraestructura. Estamos horribles en carreteras, puertos marítimos, zonas francas, aduanas, aeropuertos, fletes y demás costos de transporte.

La pobreza o prosperidad de una nación se mide en alto grado por su infraestructura. La nuestra es pobre como el grueso de colombianos. Insuficiente como es nuestro crecimiento económico. Su mal estado hace que costos para transportadores de carga por carretera sean incrementados. Exportadores llevan las de perder. Deben sacar más dinero y destinar mayor tiempo por el transporte de mercancías desde centros de producción a puertos o bodegas. Estamos en la cola de competitividad en América Latina y frente a Europa o Estados Unidos, ni contamos.

El tercer punto: pobre nivel de educación. Nuestros niños, jóvenes y mayores no se están formando ni capacitando a topes que requieren globalización y competitividad. Nos educan mal y no entramos en el circuito mundial de grandes transformaciones. Un país mal educado es tan costoso como no alimentarnos bien. Perdemos presencia estratégica en mercados y carecemos de fortalezas para competir.

O mejoramos la educación o no podremos dar salto al progreso social incluyente.