ORLANDO CANO VALLEJO | El Nuevo Siglo
Martes, 30 de Abril de 2013

Y van tres

 

Primero  de mayo para recordar prioridades nacionales: empleo e infraestructura. Y ambas se dan al cumplirse mañana primer año del TLC con EE.UU. Significa que estamos celebrando el primer aniversario del Tratado de Libre Comercio más ambicioso y audaz firmado por Colombia con Washington. Y conmemoramos el día del trabajo en medio de más de 2 millones de desempleados que hoy padecen la peor discriminación social: carecer del derecho a un ingreso mensual. Y al mismo tiempo, mañana nos hace recordar de nuevo lo pobre que anda el país en materia de infraestructura, principal ‘cuello de botella’ que soportan empresarios y transportadores para movilizar productos y mercancías.

Son tres temas que van ligados y que determinan el desarrollo o atraso de una nación.

Si mejoramos infraestructura en aeropuertos, puertos marítimos, aduanas, zonas francas y carreteras, el país se moderniza, es más competitivo y transformador de su parque industrial con impacto en creación de empleos nuevos.

Tanto empleo como infraestructura tienen injerencia directa en balance del TLC con EE.UU. Los unos llevan al otro. Si avanzamos en competitividad abrimos más fuentes de empleo y al mismo tiempo se impulsa comercio global.

Hay una deuda social con 15 millones de colombianos que sobreviven en la línea de pobreza. Casi 10 millones que se las arreglan en ‘rebusque’ o en algunos casos con precarios recursos de microempresas familiares.

Si hay inversión productiva lejos de aves de rapiña que acechan para rapar dineros públicos, avanzamos en infraestructura y por esa vía le damos paso a más oferta comercial en TLC con EE.UU. Si ese tratado mueve más carga y factura para Colombia, habrá riqueza y crecimiento de exportaciones, pilares para enganchar más trabajadores al aparato productivo.

No puede ser que la billonaria doble calzada Bogotá-Girardot, tan saqueada y estafada, avance en ‘muletas’. Contratistas y operarios solo se muestran cuando llega el Presidente o la Ministra. Increíble que Túnel de la Línea con inversiones por 80% del presupuesto total, ande a paso de tortuga por líos ambientales, incumplimiento de tiempos y lentitud de contratistas. ¿Y quién es el interventor?

La clase dirigente ya no asoma por estas obras civiles ni por razones electorales.

¿Dónde están y qué saben órganos de control sobre estado actual de principales proyectos viales?

No solo de dificultades viven nuestros hombres de negocios. Ellos necesitan intervención estatal para acelerar tren de obras civiles y abandonar estado obsoleto de infraestructura nacional.

Y no solo de buenas notas de calificadoras de riesgo vive nuestra economía.