Como buena podemos recibir la noticia que el Distrito Capital de Bogotá, piensa habilitar sectores de la ciudad para estacionamiento de vehículos en vía pública, las en otro tiempo llamadas zonas azules. Es un recurso que se utiliza en las ciudades más grandes y pobladas del mundo, de manera que el proyecto de entrada tiene una experiencia por recoger, que le permitirá optimizar la propuesta, corrigiendo las falencias de otras latitudes y potenciando los ciertos del mismo plan desarrollado en urbes avanzada.
Entendemos que el impulso del programa demandará mucho compromiso, pues las variantes son generosas, por ejemplo, desde el punto de vista político, la propuesta a presentarse ante el cabildo, a más de bien sustentada “punto que sobra mencionar” debe ser vendedora y convincente. Recordemos que los concejales representan la ciudad y tienen una gran responsabilidad con su electorado, obligándose por ello, a ser prudentes y calculadores con sus decisiones, especialmente si existen antecedentes como en este caso.
De otro lado, las autoridades distritales deben ser supremamente cuidadosas, al estructurar el tema económico coordinándolo con el jurídico. En una palabra, es imperioso hacer reinar la transparencia en todos los estadios de la licitación y contratación, porque van a ser variadas las empresas interesadas en un negocio tan jugoso económicamente y tan importante para la movilidad y ordenamiento de la ciudad, del éxito en este proyecto depende su implementación a nivel nacional, no obstante esta estrategia ser utilizada en algunas ciudades del país.
Seguramente le saldrán detractores al propósito, pero si somos imparciales y lo enfocamos con un prisma totalmente neutral y ajeno a cualquier conveniencia, encontraremos aspectos de suma importancia como la generación de empleo, pues la tecnología siempre estará soportada en el recurso humano y el cubrimiento proyectado es bastante ambicioso; partamos de la extensión del Distrito Capital para entender que el cubrimiento es representativo y debe funcionar en todas las localidades tanto centrales como periféricas. Estoy del lado positivo porque seguramente son mayores los beneficios que los perjuicios, se imaginan mis respetables lectores la cantidad de mano de obra que se deberá emplear, pues las zonas necesitan controladores y como todo medio personal, éstos demandan inspectores o recorredores, de manera que abrimos con una gran contratación que no puede ni debe cubrir la policía. Tendría que aclararse en el proyecto si este control lo ejecutarán las empresas de vigilancia privada, los contratistas, o si el Distrito creara una empresa dedicada a esa labor, porque la seguridad será tema crucial para el éxito del programa, y sobraría hablar de cámaras, por ser la tecnología un elemento esencial para el control, vigilancia y cobro del servicio. Los centros de monitoreo complementaran el trabajo realizado por los controladores en cada una de las zonas establecidas como parqueaderos. .