Hace muchos años, en un muro bogotano se leía ese grafito: “Patria Boba, no se deje”, en alusión al calificativo que nuestro Precursor Antonio Nariño dio a los intentos de vida independiente y constitucional de 1811 a 1815.
Esos intentos de cartas fundacionales de las repúblicas provinciales me permitieron formular desde 1998 mi línea de investigación, sobre la cual, expresaba que la Constitución “es la fuente primaria de la cual se deriva el arte y toda la sabiduría constitucional” y, ahora, aparece un texto de jóvenes autores: “Ecos de la Historia. (R)evolución del Constitucionalismo provincial en la (Primera) independencia de la Nueva Granada”, donde veo la consagración de los sabios y de los artistas. Sabias son las personas que tienen profundos conocimientos en una materia, ciencia o arte. Artistas son las personas que hacen algo con suma perfección.
La combinación de arte y sabiduría es la que el lector va a encontrar en ese texto, bajo la coordinación académica de Édgar Hernán Fuentes-Contreras, Nadia Murillo y Jhamer Patiño, con la participación de ellos como autores y, de Brayan Motta, Jairo Cuevas, Jhon Garzón, Juan Reina, Julián Barrera, Jurgen Rueda, Lina Vela, Miguel Sanjuán, Natalia Garzón, Óscar Berdugo, Valeria Doria y Yeiner Hernández.
Partiendo de la búsqueda de la identidad en la historia y las primeras obras constitucionales latinoamericanas, se adentran en doce capítulos que llevan Hacia la consolidación de la necesidad de una identidad constitucional, así como unas reflexiones finales sobre la relevancia de la iushistoria, que posee, una fuente remota en algunas de las afirmaciones de San Isidoro de Sevilla, quien nos lleva a recordar, particularmente, compilaciones de reglas jurídicas, o lo que se conoce como Liber regularum, sabiéndose que en el siglo I d.C. el jurista romano Neracio Prisco, junto con su hijo Celso, como representantes de la Escuela Proculeyana, escribieron un tratado de reglas tipo escolios, tema que no fue ajeno en la Roma Imperial, con los trabajos de Pomponio, Gayo, Cervidio Escévola, Paulo, Ulpiano, Licinio Rufino, Marciano y Modestino. Sin embargo, la autoridad jurisprudencial tuvo una ligera caída hasta la época del emperador Anastasio (497-499 d.C.), cuando se volvió a imponere regulas, a imponer las reglas.
La historia de nuestro derecho constitucional se inicia por primera vez en 1839, en la obra “Tratado de Ciencia Constitucional”, que se autorizó publicar en dos tomos en el citado año a don Cerbeleón Pinzón, ciudadano de Vélez, población donde por primera vez se enseñó en Colombia ciencia constitucional, sin dejar de lado a Fernando Vélez, cuya obra Datos para la historia del Derecho Nacional, debería seguir siendo un referente histórico e ideológico que ningún jurista colombiano debería desconocer.
“Sin memoria no hay futuro. La actual cultura consumista tiende a aplanar al hombre en el presente, a hacer que pierda el sentido del pasado, de la historia; pero actuando así, le priva también de la capacidad de comprenderse a sí mismo, de percibir los problemas y de construir el mañana”. (Encuentro de Benedicto XVI con los jóvenes en Sulmona. 2010).