Se ha puesto a prueba la paz que inventó el presidente Duque y que ha llevado a Colombia a generar más muertos que la guerra de Ucrania.
El acuerdo de La Habana se resquebraja y fractura, al tiempo que la esperanza, ilusión y optimismo que empezaban a usufructuar los 50 millones, se ha ido a pique.
Así se sintió durante los 5 días que once departamentos estuvieron en poder del Clan del Golfo a raíz de la extradición de alias ‘Otoniel’. Paro armado, pueblos sin luz, gas ni alimentos; incineración de 187 vehículos, 257 violaciones de los DDHH y más de 300 acciones violentas, una cada 20 minutos, pusieron a los colombianos a preguntarse como en la famosa película: ¿Dónde está el piloto?
Recorría Centroamérica en misiones oficiales, mientras el país estaba comandado por dos bisoños que no sabían que hacer, y un general -Zapateiro- que no logró desplazarse a Medellín, por seguridad.
Millones de compatriotas estuvieron más encerrados que durante la pandemia. Ni Zapateiro, ni Molano, ni Palacios sabían para donde pegar. La confusión fue total.
Por fin el presidente Duque se apiadó de este país y regresó, no para decirle a Colombia que conquistaría la verdadera paz, la de Juan Manuel Santos, para tranquilizar a los 50 millones de compatriotas. No fue así. Solo los anuncios de siempre: consejos de seguridad, drásticas campañas militares y de policía, capturas de ‘Chiquito Malo’ y ‘Siopas’, para extraditarlos y las famosas pero dudosas recompensas.
No se le ocurrió hablar de diálogo, como lo imploran la Iglesia y demás entidades, partidos y personas, para acabar de una vez por todas con los grupos subversivos y narcos que se le han multiplicado en estos años. El expresidente Betancur siempre hablaba de dialogar como única manera de alcanzar la paz y los acuerdos.
El presidente Duque no dialoga, a duras penas conversa y menos ahora que trata de desconocer las amenazas de muerte que se lanzan contra los candidatos, a los cuales, como lo dice el columnista Ricardo Silva, “se niega en un arrebato de infantilismo” a pronunciar su apellido, como en el caso de Petro. “El que usted dice… el que usted nombra… al que usted se refiere…”.
Igualmente encontró, ¿o tenía planeadas? las suspensiones de funcionarios que osaran, o fueran simplemente acusados de intervenir en política, como él lo viene haciendo. La Procuradora, sin sonrojo alguno, aprovechó la falta de independencia de poderes en este gobierno para aplicar las “ordoñadas”, del embajador en la OEA.
Así están las cosas en Colombia, con “el gobierno de los 20 años”, que aspira a conservar el poder cueste lo cueste, mientras este pueblo piensa, medita y trata de encontrar al hombre que reemplazará a Duque y su combo, comandados por quien sabemos.
BLANCO: El fallo de la corte sobre la Ley de Garantías. ¿Lo respetarán los culpables?
NEGRO: Se nos fue el colega Jorge Téllez, fundador de nuestro grupo de periodistas económicos. Solidaridad con sus hijos y su familia.