“En últimos años lo que hacemos es marchar y marchar”
La primera vez que marché en mi vida, fue una marcha que yo organicé en la universidad. En una materia nos pusieron un trabajo que consistía en hacer una acción cívica y política. En 1998 había ocurrido la toma de Mitú y casi un centenar de soldados habían sido secuestrados. Así que se me ocurrió organizar una marcha para pedirle a las Farc la liberación de los policías y me fui de universidad en universidad pegando carteles hechos a mano que decían ¿Y qué tal que fuera tu hermano?, ¿Y qué tal que fuera tu esposo?, ¿Y qué tal que fuera tu hijo? Y así. Pedí permisos en la Alcaldía y marchamos como 100 personas. A mí me gusta marchar porque me parece que es un acto de civismo político de alto nivel.
Sin embargo, una marcha debe tener criterio y sensatez. De quien convoca y de quien asiste.
La marcha de este jueves ha sido vendida como si fuera la gran panacea. Algo así como “The Ultimate Marcha” y resulta que si se revisa la historia de los últimos dos o tres años, lo que hacemos en Colombia es marchar y marchar. En el 2017 en marzo, octubre y noviembre hubo marchas. Los sindicatos, los estudiantes, los agricultores, campesinos, indígenas y los voluntarios del caso. Desde el segundo semestre de 2018 se intensificaron las manifestaciones sobre todo después de que perdió Gustavo Petro la presidencia. Él mismo anunció que se volcarían a las calles y así lo han hecho.
El tono de la invitación a marchar este jueves a mí en lo personal no me gusta. Pretende un sector solapado iniciar una desestabilización del gobierno para presionar una supuesta renuncia del Presidente Iván Duque. Marchar para exigir que Colombia sea un mejor vividero tiene todo el sentido. Pero creo que esa no es la razón de esta convocatoria. Desde que perdió Gustavo Petro la presidencia y a los congresistas se les acabó la mermelada, a punta de movilizaciones han insistido en polarizar el país. Y así entre las mentiras y engaños, se alebresta una sociedad que ilusionada con movilizaciones, cantantes, artistas, actores y activistas que se hacen pasar como si fueran del pueblo (pero que hacen parte de las mismas élites) generan más expectativas e ilusiones, que cambios reales.
No le juego a la desestabilización. Y tampoco voy a negar la realidad. Este gobierno podrían estar haciéndolo mucho mejor pero fue elegido democráticamente. Como cuando eligieron a Petro de Alcalde. A mí que me pareció un mandato nefasto y mediocre, jamás pensé en que fuera viable tumbarlo. En este sentido habrá que esperar a que se termine este gobierno para que comience el próximo.
Me parece además irresponsable que convoquen a niños y adolescentes a la marcha. Ese es un evento para adultos y el riesgo de infiltración violenta es clarísimo. Yo espero que sea una marcha pacífica (pero lo dudo) y que aporte en la construcción de un mejor país por encima de la derecha o de la izquierda. Yo no marcharé. Pero a los que lo hagan solo les pido que lo hagan en Peace & Love.