PEDRO GRACIA. MISIONERO CLARETIANO | El Nuevo Siglo
Domingo, 3 de Febrero de 2013

Mi reino no es de este mundo

 

En aquel tiempo preguntó Pilato a Jesús: «¿Eres tú el rey de los judíos?» Jesús le contestó: «¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí?» Pilato le respondió: «¿Acaso soy yo judío? Tu pueblo y los sumos sacerdotes te han entregado a mí. ¿Qué has hecho?» Jesús le contestó: «Mi Reino no es de este mundo. Si mi Reino fuera de este mundo, mis seguidores habrían luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero no, mi Reino no es de aquí».

Hay  en la Biblia una relación, de suma importancia, sobre la unción de David en Hebrón como rey de Israel. Llega un momento en que David, después de una vida de guerrero valiente y estratega magnífico, consulta a Dios:
- ¿Debo ir a alguna ciudad de Judá?
- Sí; vete a Hebrón.
Allí se establece David, que desde Samuel había recibido la promesa de que un día llegaría a ser el rey de todo el pueblo. Primero le ungen como rey los hombres de Judá, y en Hebrón reinará siete años. Muerto Saúl, llegan los hombres de las diez tribus de Israel, que le dicen:
- Somos como huesos tuyos y carne tuya.
- ¿Qué queréis decirme con esto?
- Que tú, aunque viviera todavía Saúl, nos guiabas antes como jefe nuestro. Ahora, ha llegado el momento de que se cumpla la palabra del Señor sobre ti, pues te dijo: Tú apacentarás como un pastor a mi pueblo; tú serás el rey de Israel.
Subido a Jerusalén, allí reinará 33 años, completando, con los siete de Hebrón, 40 años de reinado sobre el Pueblo de Dios.
Jesús será Rey. ¡Pero será un Rey tan distinto del que soñaban los judíos de su tiempo!...
Nos basta ver cuándo y cómo es proclamado por los demás, y cómo se proclama Él mismo como Rey, para darnos cuenta de que va a ser y es un Rey muy especial.
- Mi reino no es de este mundo, le dice a Pilato, el cual, le pregunta a su vez:
- Entonces, ¿tú eres rey?
- Sí; yo soy rey.
La investidura de semejante Rey es muy original. Los hombres lo hacen todo por burla, pero Dios convierte esa burla en el acto más sagrado y solemne. Herodes, un miserable reyezuelo, acaba de echarle encima una vestidura brillante y vieja, para decirle que es un rey loco... Los soldados brutos, se han dicho:
- ¿Que éste es el rey de los judíos? ¡Pues, vamos a coronarlo!
Y le ciñen una corona de espinas. Pilato lo muestra así al pueblo:
- ¡Mirad al hombre! ¡Mirad a vuestro Rey!...
Y hace colocar en el patíbulo de la cruz la causa de su condena a muerte:
- Jesús Nazareno, el Rey de los judíos.
Está claro, que nuestro Rey Jesús es un Rey muy especial. En vez de empezar su reinado -conquistado con su propia sangre- aplastando a sus enemigos, lo primero que hace es perdonar:
- Padre, perdónalos, que no saben lo que hacen.
Y al ladrón, que le confiesa como Rey desde su propia cruz, le promete con gozo inmenso:
- ¡Hoy, hoy mismo, estarás conmigo en el paraíso!... Fuente Catholic.net