Es un hecho que cada día el tema ambiental toma mayor importancia en los planteamientos políticos; eso es bueno, lo que no es tan bueno es la manipulación de estos argumentos con el fin de lograr dividendos electorales sin ningún tipo de asidero a parámetros científicos o tan siquiera lógicos, por este medio hemos estado navegando en aguas peligrosas que podrían llevarnos a la debacle, no solo económica sino también ambiental.
Propuestas teóricamente fundamentadas en criterios ecológicos, tales como; la producción de aguacates para reemplazar el petróleo o la eliminación inmediata de la exploración de petróleo, tienen peligrosos sesgos populistas y muy pocos fundamentos reales, se basan para ser aceptados en la absurda creencia de que todo tipo de material vegetal es bueno para la naturaleza y en el hecho de que el petróleo es altamente contaminante. El problema de fondo no es si se hace una cosa o la otra, el problema es la manera como se hace. Ya lo decía Paracelso “El veneno es la dosis”. Lo único que queda es seguir tratando de que la población comprenda el fondo del problema ambiental y actúe en consecuencia, desideologizando los problemas ambientales. Total, el daño ambiental va a hacer el mismo a todos, sin distinción de ideologías.
Desde hace ya varios años la ecología se ha comenzado a utilizar como herramienta política, pasando a convertirse en una teoría crítica utilizada, en muchos casos, a través de falacias para apoyar las teorías marxistas apoltronadas tras las teorías neokeynesianas que hoy promulga el candidato Gustavo Petro y que nos llevarían directamente a la destrucción de nuestra economía y a la consecuente hambruna; esto sería peor para el ambiente, no perdamos de vista la frase, cierta por demás, de Al Gore que dice “no existe ecosistema que resista la pobreza”
Ante el fracaso de estas teorías, el discurso marxista varió de pretender una producción superior a la del capitalismo a un discurso seudo ambientalista que le permita apropiarse de los medios de producción, con la peregrina teoría de que así se controla el consumo, con la consecuente disminución del impacto ecológico de la producción. Lo que realmente se encuentra detrás de estas propuestas es el ansia de controlar los medios de producción generando un declive de la economía de mercado que podría llevar a la pobreza extrema de sociedades enteras, generando desabastecimiento y hambre. A manera de ejemplo podemos mirar el problema estructural de Venezuela al día de hoy. Por no mencionar el grave deterioro ambiental de China.
Los que hoy promueven estas teorías, son los mismos que a finales de los años ochenta y principios de los noventa, y en claro apoyo a las políticas chinas, defendían la analogía ambiental de Keynes, la cual proponía producir sin preocuparse por la contaminación para lograr productividades superiores que permitieran trabajar en la descontaminación; a esas teorías, defendidas por ellos, se debe en mucho el daño ambiental actual y el calentamiento global acentuado por la aplicación de las mismas en la china.
No es cierto que la exploración de petróleo contamine, lo que contamina es el uso, éste a su vez no podrá ser reemplazado al 100% en Colombia antes de 20 años y entre tanto habremos de importarlo para tener más costo y menos contaminación.
@alvaro080255