Mucho se ha especulado acerca de la financiación de la campaña presidencial de Gustavo Petro, pero poco se sabe. Lo cierto es que la propaganda y las manifestaciones no obedecen a una campaña sin plata, situación apenas normal para quién va de segundo en las encuestas, pero sospechosa, al ser un misterio el origen de sus millonarios recursos.
Un elemento esencial para poder determinar quiénes son los candidatos, más allá de los debates, su trayectoria, su plataforma programática y su hoja de vida es: quiénes hacen parte de su equipo y quién los financia. Los candidatos a cargos de elección popular tienen la obligación legal de presentar un detallado informe al Consejo Nacional Electoral, reportando: donantes, monto de los aportes y gastos de campaña. No obstante, los electores no tienen acceso a dicha información, la cual les permitiría determinar su cercanía con determinados grupos económicos, personas y sectores productivos.
Por su puesto la financiación ilegal se da por debajo de la mesa, como el caso de los sobornos de Odebrecht a Santos, lo mismo sucede cuando las campañas exceden los topes de financiación. Pero las campañas, en un acto de transparencia con el país y sus electores, deben revelar -ahora en campaña- quiénes son sus patrocinadores.
Se ha dicho que Gustavo Petro recibe, a través de terceros, financiación por parte del gobierno de Venezuela. Y aunque ilegal, no sería extraño, pues el régimen de Maduro cada vez se queda más solo, mientras el mundo libre y democrático le da la espalda, tener un aliado político en Colombia -“la joya de la corona” diría Chávez- sería una bocanada de aire para la dictadura chavista.
Por esa razón solicité a las autoridades, mediante un derecho de petición, que aclare si el candidato Petro ha recibido dinero del cuestionado empresario baranquillero Alex Saab Morán o de alguna de sus empresas: Group Grand Limited y Fondo Global de Construcción. El señor Saab Morán, amigo cercano de Piedad Córdoba y millonario contratista del Estado venezolano, podría ser en intermediario entre los dineros de la dictadura venezolana y la campaña de Gustavo Petro en Colombia.
Las denuncias hechas por miembros de la oposición venezolana, el expresidente Andrés Pastrana y el periodista Mauricio Vargas, no pueden tomarse a la ligera. El interés de Maduro en influir en nuestra política interna es evidente y peligroso para nuestra democracia. No solo preocupa una eventual financiación al candidato de izquierda, la presencia de más de 7.000 diplomáticos cubanos acreditados en Colombia es un hecho que debería llamar la atención.
Ojo, Colombia no está exenta del riesgo del socialismo del siglo XXI, el “castrochavismo” es una amenaza real. Hoy Cuba gobierna a Venezuela y Colombia es un enclave fundamental para la consolidación de su proyecto. La mezcla: Farc, bonanza cocalera, “paz”, crisis institucional, desaceleración económica, dictadura chavista en Venezuela, colonialismo cubano y el discurso populista de Gustavo Petro, son un coctel explosivo y una clara amenaza a la democracia en Colombia.
@SamuelHoyosM