Plan de Desarrollo, labor de todos | El Nuevo Siglo
Martes, 30 de Abril de 2019

Estamos ad portas de aprobar el Plan de Desarrollo para los próximos cuatro años y luego de los avatares de su aprobación, hasta diez meses después de la posesión del Presidente, se ha lanzado la propuesta de realizar la reforma a este proceso, donde por razones obvias la propuesta programática del candidato sea la base y como tal se apruebe en el primer trimestre de gobierno, dentro de sus primeros cien días.

No obstante, no puede sustraerse que el Plan es ante todo una construcción social. Es verdad que esta carta de navegación es, prácticamente, la gran apuesta que da identidad al Presidente, y que debería venir con ella por debajo del brazo,  pero sin el concurso social, lejos puede quedar su verdadero alcance y difícilmente se puede sentar la bandera.

Bien se dice que no todos vemos lo mismo. Actualmente se han hecho acciones de socialización en este sentido y en el Congreso se han dado los debates, pero aún falta que por el Plan y las prioridades de desarrollo, se vibre a conciencia.

El solo ejemplo de velar por la legalidad, requiere que todos vayamos en el mismo sentido. Y para ellos como dice  Habermas “la importancia del lenguaje vas más allá de comunicar y puede transformar realidades en la medida que la capacidad discursiva y argumentativa convenza para alcanzar la colaboración requerida”

La mayor participación social en el Plan evitaría en parte los problemas de gobernabilidad y de improvisación en el trámite porque desde afuera, con gremios y grupos de ciudadanos han potenciado los argumentos. Y también permitiría profundizar tanto en la continuidad de políticas públicas, de metas estructurales, como en la creatividad o innovación de nuevos propósitos que atiendan al reconocimiento de problemas no atendidos.

Luego más allá del debate político la transacción es con la sociedad directamente, hoy en el mundo de Instagram y Facebook, cuando los mapas mentales, las imágenes y las infografías están en boga. Las herramientas para socializar con más vigor el Plan de desarrollo están a la vista. Es cierto que la primera aprobación de la sociedad es el voto a favor pero como se trata de dirimir el futuro deseable también hay que tocar al indiferente, a quien se abstuvo o votó en contra, que vive bajo las realidades de un país complejo.

El eje central lo puede proponer el Presidente, la puede aprobar el Congreso, pero tiene realmente injerencia e impacto social si cuenta con ambientes de discusión en la calle, en la universidad, en la empresa e incluso en los colegios. La idea faro tiene fuerza si hace parte de la visión y misión conjunta de la sociedad con instrumentos modernos de planeación en prospectiva, con capacidad para imaginar un sueño.

*Presidente Corporación Pensamiento Siglo XXI

uribemariaelisa@gmail.com