Ojalá no sea utopía aspirar a que en lo político, lo económico y lo social, los que están en la dirección de esos frentes, y sus opositores, se empeñen en servir a las comunidades con ponderación y discernimiento. Que no sea con empeño de sobresalir con vistosos proyectos, o con ciega e intencionada oposición para que su proponente, si es adversario, no sobresalga.
A escala mundial palpamos caprichos de mandatarios, que, por la razón o por la fuerza, sin dar lugar a diálogo civilizado, ayer y hoy han buscado o buscan, sus propósitos, con la mira de arrogarse así sean parciales resultados, y aplastar otras propuestos aunque sean mejores. En Estados Unidos, en Siria, en Nicaragua, en Venezuela, se percibe esta lamentable situación con dolorosos hechos de atropello y muerte ante inflexibles posiciones que se sostienen, pase lo que pase. Igualmente hay ciego rechazo a Presidentes, como los recién elegidos en México y Brasil, solo por la línea ideológica o política que los ilumina, tratando de descalificarlos como extremistas a pesar de presentarse como abiertos al diálogo y concertación de planes en conjunto y deseos de servicio abierto y sin persecución a adversarios. Hay que darles margen de espera y colaboración a planes con apertura al bien común, y no cerrada oposición. Ni encerramiento de gobernantes, ni ciego oposición de quienes han sido adversarios.
Aterrizando a Colombia, necesitamos de esa ponderación y discernimiento ya de los constituidos en autoridad, con altura de miras y por encima de irresponsables parcializaciones, con proyectos de avance limpio y solo con miras al bien común. Necesitamos salir de fieras y ciegas polarizaciones con serenos y bien pensados proyectos para someterlos a franca discusión, sin imponerlos con arrogancia y encerramiento en el propio pensar, ni en la absurda posición de ciega negatividad con errado actuar de fuerza física. Hemos visto al Presidente en posición de apertura y dialogo, y actitudes también de altura a los de la oposición, en contraste con caprichosas y tercas actitudes de otros que quieren solo sacar provecho para un sector, olvidándose de otros que también tienen graves necesidades, y con actitudes absurdamente vandálicas que solo sirven para desestabilizar un país y quitar piso a un buen gobierno.
Todo lo anterior es el merecido sueño de una arcadia, pero a la cual tenemos derecho a esperar por nuestro amor al mundo, obra de Dios, y a la Patria que tiempos aprendimos a amar como madre. Todo esto nos complace haber sido, y querer ser, inspirados en los confortantes principios cristianos, puestos al servicio de concordia, derroteros de bien y armonía que rechaza toda corrupción y ciegas pasiones. De espaldas a estas actitudes solo daríamos frutos de desolación, odios y crímenes, y dentro de ellos, “paz, serenidad, perenne alegría”.
Todo lo anterior es fruto del sosiego de días de limitación física, pero en los que se acrecienta mi ilusión y positivo pensar. Tengo ilusión de que sea provechoso a muchas personas amigas, y aún distantes, a quienes mis sinceras y desinteresadas exposiciones les abran ventanas y horizontes positivos que les señalen ponderado juicio y prudente discernimiento.
*Obispo Emérito de Garzón
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