El triunfo del No en el plebiscito, la invalidación popular del Acuerdo de 297 páginas suscritas por los negociadores del Gobierno con las Farc, no implica que los colombianos estemos contra la paz, sino que lo pactado debe revisarse en aspectos como el de la justicia especial integrada por instancias extranjeras, una para los involucrados en la comisión de delitos atroces y otra la constitucional. No puede desmantelarse la rama judicial y no hay derecho contra derecho. Quienes van a ser juzgados no eligen sus jueces. Igual ocurre con la no aceptación de otorgar calidad de delito político al narcotráfico, de dispensar concesiones en oposición a la igualdad.
A pesar de la abstención de más del sesenta por ciento, de los aguaceros, en una jornada positiva, el pueblo decidió y el presidente Juan Manuel Santos en alocución afortunada aceptó la determinación. “Timochenko,” tras conocer el adverso resultado leyó un comunicado en el cual reitera que la guerrilla mantiene su voluntad de paz, reafirmó la “disposición de usar solamente la palabra como arma de construcción hacia el futuro” y el expresidente Álvaro Uribe Vélez, principal líder del movimiento por el No y jefe del Centro Democrático, al igual que dirigentes partidarios de esta opción, recibieron la noticia con tranquilidad, utilizando el verbo corregir, insistiendo en la unidad nacional. El camino del dialogo no fue revocado ni se cierra la opción de actuar con inteligencia y sensatez, ni desconocemos la labor de los negociadores.
El cese al fuego bilateral se mantiene. Ojalá sea posible concertar el gran consenso nacional. El empecinamiento y la vanidad no son buenos consejeros, el respaldo al No es un voto castigo contra los políticos introductores de “micos y orangutanes” en la abultada iniciativa del bloque de constitucionalidad.
El Presidente de la República mantiene su fuero y atribuciones, ninguno disiente del perdón ni de la reparación a las víctimas, ni de la necesidad de la amnistía, ni de la aplicación de penas menos rigurosas a quienes sinceramente digan la verdad, ni de la voluntad de seguir adelante en forma coordinada, ni de permitir la participación de las Farc en política con las garantías suficientes para adelantar la actividad proselitista. Lo anterior está claro.
No era cierta la advertencia de que si se votaba por el No sobrevendrían la guerra y el caos. Eso no ha sucedido ni ocurrirá. Prudente es repensar la reforma tributaria porque el voto del plebiscito se extiende a evitar la aprobación de impuestos injustos. Apoyo las correcciones al borrador de acuerdo de paz para lograr que sea duradera y estable.