Noticias que indignan por la ausencia de consideración moral con los animales: un soldado que lanza a un perro al aire desde la garita en Putumayo; un comandante del batallón de artillería de Bogotá que ordena una limpieza de perros en la guarnición militar y sus alrededores abandonándolos en las afueras de la ciudad; una yegua preñada obligada a trabajar dando a luz en plena calle de Popayán; caballos famélicos halando carrozas en Cartagena; unos funcionarios del Sena en Malambo que echando perros vivos en bolsas que sellaban con cinta para asfixiarlos por solicitud del Director Regional; un perro que muere en la bodega de un avión en el trayecto Puerto Asís a Cali; un youtuber lanzando un gato en Medellín con el fin de lograr seguidores y aplausos; un perro que muere baleado en un operativo en la localidad de Kennedy; perros, conejos, gallos y gallinas viajando encostalados en la bodega de buses intermunicipales; el Alcalde de Ubaté ordenando la muerte de los perros callejeros de su municipio; miles especímenes de fauna silvestre atropellados en las vías; toneladas de peces no diana muertos por la pesca incidental no vigilada; millones de especímenes sometidos a tráfico ilegal; miles de animales de trabajo en condiciones indignas; y un gran y desgarrador etcétera que arruga el corazón y nos envilece como sociedad.
Nuestro Congreso, mediante Ley 1774 de 2016, declaró a los animales como seres sensibles, estableció los principios de protección animal, de bienestar animal y de solidaridad social en su favor; creyó que eso era suficiente y como los animales no votan, al menos los no racionales, resolvió no adelantar más desarrollos para hacer coherente ese nuevo estatus jurídico. Son seres sensibles de los que seguimos disponiendo en un régimen de propiedad que, a pesar de las tímidas restricciones legales, siguen siendo usados y abusados a placer. Tristemente desde la institucionalidad se maltrata y se desconocen los derechos e intereses de los animales y para la muestra el almacén de botones. Miles de defensores y activistas trabajando con las uñas, sin respaldo institucional.
¡Algo debemos hacer! falta voluntad política. El Presidente Duque se comprometió, así quedó consignado en el artículo 324 de la Ley 1955 de 2019 o Ley del Plan nacional de Desarrollo, a crear la política pública de bienestar animal silvestre y doméstico, es un anuncio; el Congreso se consuela con pingües avances como la Ley 2047 de 2020 mediante la cual prohíbe la experimentación animal en cosméticos, nada de fondo.
Por ahora está en marcha el Grupo Especial para la Lucha contra el Maltrato Animal de la Fiscalía General de la Nación, es un inicio. Con este panorama solo queda pedirle a la señora Procuradora General de la Nación, al señor Contralor General de la República y al señor Defensor del Pueblo que ajusten sus estructuras institucionales creando delegados especiales, que se dediquen a vigilar el cumplimiento de las normas de bienestar y protección animal desde sus ámbitos competenciales, garantizando que dejen de ser un cuento. ¿Se le medirán?
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