Estamos a un año de elegir el próximo alcalde para Bogotá. Hasta ahora no asoman postulantes con posibilidades reales de ser elegidos. Es posible que de aquí a finales del año comiencen a sonar nombres que sean atractivos a los bogotanos.
Pero el asunto no radica tanto en cuanto a un nombre, sino a una intención y buenas propuestas, pues gobernar es de los oficios más difíciles ya que no solo comporta la trayectoria, la personalidad, el carácter, las propuestas, el respaldo y el financiamiento del candidato como de la campaña. Esto y algunas otras cosas más encierran esta difícil tarea de ser alcalde.
Tengo autoridad para hablar de este tema, puesto que en 1992 realicé por cuenta propia y sin ningún respaldo de partido político alguno, una incursión a la alcaldía de Bogotá, por un movimiento cívico que bauticé Factor 3, una iniciativa que si bien es cierto fue muy interesante por la oportunidad de haber conocido a fondo la ciudad donde nací, las necesidades sentidas de la población más vulnerable, el esfuerzo de los sectores emergentes y las preocupaciones de las clases más favorecidas.
Esta experiencia de verdad valió la pena, aunque mi resultado electoral estuvo muy distante de quien resultó ganador, el candidato liberal Jaime Castro, personaje curtido de enorme posicionamiento en la ciudad, algo de lo cual yo adolecía. Años adelante y habiendo ingresado como militante al Partido Conservador, los cinco concejales de la época y el Directorio Distrital me propusieron que asumiera la candidatura por la colectividad para el periodo 2007-2011. Me pareció interesante, ya estaba más curtido políticamente, había adquirido un poco más de reconocimiento popular a causa de ser para aquella época el presidente del canal de televisión Teleamiga. Pero una vez iniciada mi precampaña y con el aval del partido, me surgió una inhabilidad indiscutible, ya que como representante legal de un medio de comunicación que recibía pauta del gobierno nacional y distrital, me impedía ejercer si alcanzaba el triunfo, muy a mi pesar decliné esa aspiración. Lamentablemente Samuel Moreno fue el alcalde.
Posteriormente en 2014 siendo presidente del Partido Conservador David Barguil y Martha Lucia Ramírez coordinadora para Bogotá, me llamaron a proponerme que asumiera nuevamente la candidatura a la alcaldía, por situaciones particulares no acepté.
Refresco esta historia porque durante muchos años me he preparado para asumir una responsabilidad así, conozco a mi ciudad, la valoro, se de sus necesidades y potencialidad, he viajado por muchas grandes ciudades del mundo conociendo avances y desarrollos muy positivos aplicables a nuestra capital, por eso siempre he estado atento a la evolución de esta gran urbe que es Bogotá.
De ahí cuanto quisiera que para este nuevo periodo que se aproxima, surjan verdaderos candidatos que ofrezcan garantía de honestidad, capacidad ejecutoria, sindéresis política, sensibilidad humana y visión prospectiva. Aún faltan unos meses y es probable que asomen buenos prospectos, Bogotá ahora más que nunca requiere de gobernantes exitosos, honestos y comprometidos que brinden garantía a la ciudad. ¡Esperemos a ver quiénes surgen!