Pensaríamos todos que las sociedades tienden a evolucionar hacia un estado final de paz y armonía y que esto depende solo de la buena voluntad de los seres humanos. Sin embargo, hay señales preocupantes que no nos permiten ser tan optimistas ante la contracción económica que está ocurriendo en el mundo, y de manera más preocupante, en zonas como Latinoamérica.
La semana pasada tuvo lugar en Davos su famoso foro económico mundial. En esta importante cita, los puntos de preocupación y análisis de la élite económica giraron sobre dos contextos actuales que preocupan al mundo y que al final van a pasarnos a nosotros una cuenta de cobro peor a la que estamos pagando ahora.
La inflación mundial, producto de la pandemia y ahora la guerra Rusia-Ucrania, centraron los vaticinios económicos para medir las expectativas que tendrán los mercados y sus comportamientos en los próximos meses. La mayor preocupación que empieza a surgir es la de una crisis alimentaria mundial y la razón no es otra que como lo dijera el jefe del Programa Mundial de Alimentos (PMA), David Beasley, el país que entrega la mayor parte de granos al mundo, con el que se hace un alimento tan necesario y vital como es el pan, hoy está en guerra. Esa escasez terminará perjudicando a los más débiles en mayor proporción, lo que, aunado a una débil recuperación económica por fuerza de la pandemia, allana con facilidad el camino a la hambruna y recesión que solo servirán para engendrar muchos más males.
Si bien el tema de la inflación revela un panorama más optimista para el segundo semestre de este año, por cuenta de la posible disminución de los costos de materias primas necesaria para la producción, así como la disminución de los precios de energía, ya las consecuencias sociales son inaplazables, pues existe una gran cantidad de personas en la mayoría de los países del mundo, que no pueden acceder y garantizar la cuota mínima alimentaria para sus hogares.
A esto debemos sumar además las consecuencias del cambio climático. Nuestro país no termina de salir de una temporada de lluvias que va a tener una incidencia segura en las cosechas presupuestadas para este año. Sin embargo, lejos de poder hacerlo, el mundo sigue teniendo una gran demanda de hidrocarburos y sus derivados. Es por ello por lo que, en el foro de Davos, se terminó reconociendo que la renovación energética esta rezagada de las necesidades actuales de la humanidad en utilizar energías más limpias que logren que la crisis climática no avance a pasos tan agigantados como los que se prevén por ahora.
Ante este panorama, ya autoridades económicas del mundo empezaron tímidamente una recesión. Sin embargo, algunos hasta lo ven con buenos ojos en la medida en que los países desarrollados cuando entran en estas situaciones económicas se recuperan en U. Lo cierto es que esto es impredecible y lo único claro es que por lo menos por ahora, no se ve que las nubes de malos tiempos se disipen rápidamente.