No alcanzó a posesionarse Petro, cuando la corrupción del gobierno de los 20 años nos pasó la cuenta. Durante la campaña todos los candidatos alertaron al país sobre la necesidad de una reforma tributaria inmediata. Las arcas estaban exhaustas ante la voracidad, la venalidad y la podredumbre de ciertas clases políticas, económicas y privilegiadas.
El empalme descubrió la olla raspada. Era necesario enfrentar la caótica situación financiera, la extrema deuda pública y la inflación, porque de lo contrario al país lo derrumbarían el desempleo, la pobreza y el hambre.
La infantil jugadita de Duque con la espada del Libertador casi pasa inadvertida ante la dimensión del incalculable hueco económico. Las canas que exhibió Duque durante cuatro años no alcanzaron para ocultar su biche madurez para el manejo de un Estado.
Era urgente y necesaria la reforma tributaria. Petro advirtió que el 10% de los colombianos posee el 70% de la riqueza, lo que nos lleva a edificar una patria más igualitaria. Contrariamente a lo que muchos esperaban, hizo un discurso moderado y orientado a reiterar su propósito de dialogar para cambiar el fracaso por el éxito, que nos conduzca a una sociedad con trabajo, producción y conocimiento, sin impuestos confiscatorios.
Planteó la necesidad de darle un novedoso tratamiento a la droga y al narcotráfico -que tanto nos han costado y que son culpables un desastre- que con la participación de todos los países, productores y consumidores, puede redimirnos. Igual acción se debe adelantar con nuestra selva amazónica.
Hizo especial énfasis en libertad de expresión: “los cuerpos de inteligencia del Estado no perseguirán a la oposición, ni a la prensa libre, ni al poder judicial, ni al que piense diferente”. Se acabarán las “chuzadas”.
Y fue más allá: “no quiero dos países, ni dos sociedades, quiero una Colombia fuerte, justa y unida.”
Pero esta nación fuerte, justa y unida necesita que la reforma tributaria sea equitativa. Que se entienda que las pensiones no son rentas de trabajo, ni objeto de impuestos, como lo falló la Corte. Son un ahorro individual para sostener la vida amable de quienes entregaron sus mejores años al trabajo. Si sus ahorros fueron superiores al equivalente a 10 millones mensuales de hoy ¿Por qué deben sufragar impuestos que ya pagaron y que cada año se reducen por la diferencia entre el incremento del mínimo y el de los pensionados? Uribe ilegalmente elevó al 12% los aportes para unas EPS, que no responden por atención digna ni por medicamentos. Esa la razón para que deban acudir a las medicinas prepagadas, a las que también le aplican IVA.
Si 10 millones de pesos mensuales convierten en clase media a una familia, estamos en un país miserable. Ministro Ocampo: no son 10 millones de dólares mensuales, son 10 millones de devaluados pesos, de esos del Banco Emisor.
BLANCO: Biden da el primer respaldo a Petro para luchar contra las drogas.
NEGRO: Nadie toca los 60 billones anuales de la corrupción. Podrían evitar la reforma tributaria.