En esta época de pandemia rondan dementes sueltos por ciudades y pueblos. No padecen de ninguna enfermedad severa. Digamos mejor, sus pensamientos se originan en rumores carentes de soporte científico, en contra de los derechos humanos.
Muy diferente a las creencias de algunas tribus indígenas, de gran contenido religioso y mitológico que utilizaron para darle sentido a la vida, a la existencia de los dioses de la naturaleza, entre estos el sol y la luna.
Estas creencias, merecen el respeto del mundo, de ellas podemos aprender el origen de nuestra cultura, la cual nos obliga a conservar valores autóctonos.
Pero lo que debemos rechazar enfáticamente es el comportamiento de muchos esquizofrénicos, que, abusando de su libertad, no les importa contagiar con su virus latente al prójimo, o porque aún el virus no los ha tocado, se creen cuerpos gloriosos.
Son enemigos de la vacuna, pero entusiastas de propagar falsas teorías, como la de afirmar que las vacunas pueden conducir a la muerte. Estos locos andan irresponsablemente por el mundo, sin temor de contagiar a su prójimo.
Claro que las vacunas pueden causar reacciones negativas, algunas personas que se han vacunado fallecieron, pero no por ello es cierto que la calidad y composición química sea utilizada para extinguir a la humanidad.
Si fuere así, toda la población que ha sido vacunada ya hubiera desaparecido, afortunadamente hoy gozan de cabal salud. Por el contrario, los que aún no se han vacunado congestionan el mayor número de las UCI.
La penicilina puede servir de ejemplo para entender lo que es un buen antibiótico, fue creada para curar enfermedades riesgosas, sin embargo personas que eran alérgicas a dicho medicamento y la aplicaron sin la debida prevención, sufrieron consecuencias graves, no quiere decir que la penicilina sea perjudicial para la humanidad.
Por esto, ante el razonamiento equivocado de los esquizofrénicos que, abusando de su libertad, atentan contra la vida y la salud de sus congéneres, es necesario crear urgentemente una vacuna anti - rumores falsos.
Deberíamos estudiar la obra “Abriendo la Caja Negra” del médico neurocientífico, Leonardo Palacios, donde nos ilustra con diversas investigaciones sobre el cerebro, entre ellas la del científico Leonard Stevens, quien afirma: “dicho órgano ha constituido, un gran misterio para la humanidad, hasta el punto de considerarlo una caja negra, una unidad sellada”.
La publicación del doctor Leonardo Palacios señala también al médico neurocientífico Arvid Carlsson, “que desarrolló una técnica que le permitió medir la cantidad de dopamina en diferentes regiones del cerebro y la elevada cantidad de este neurotrasmisor en los ganglios basales. Comprobó el efecto favorable de L-Dopa, un fármaco precursor de la dopamina, en el tratamiento de la enfermedad de Parkinson, constituyéndose en un defensor de la teoría dopaminergética de la esquizofrenia”.
Ojalá los dementes que divulgan rumores falsos, abran la caja negra de su cerebro, tal vez allí encontraran los síntomas de su confusión de ideas, o dificultad para pensar y comprender.