Poco duró la proclamada "normalización" de las relaciones con Marruecos tras el volantazo dado por Pedro Sánchez cambiando la política de neutralidad de España sobre el Sahara Occidental y adoptando la posición de Rabat. Aquél cambio realizado a espaldas del Parlamento fue publicitado desde las terminales mediáticas de La Moncloa como una medida encaminada a normalizar las relaciones entre los dos países rebajando la habitual tensión en la frontera derivada de la reivindicación por parte de Marruecos de la soberanía sobre las ciudades españolas de Ceuta y Melilla.
Fue un escándalo político -uno más de los muchos que jalonan la legislatura- puesto que, además de revocar la posición tradicional española sobre el futuro del Sáhara, la decisión de Sánchez provocó una crisis política con Argelia.
En aquél contexto, a principios del pasado mes de febrero, en un encuentro de Alto Nivel entre España y Marruecos celebrado en Rabat, Pedro Sánchez anunció que ambos países habían "asumido un compromiso de respeto mutuo por el que en nuestro discurso y en nuestra práctica política vamos a evitar todo aquello que sabemos que ofende a la otra parte, especialmente, en lo que afecta a nuestras respectivas esferas de soberanía."
Poco ha durado aquél compromiso. El presidente del Senado marroquí Enaam Mayara, cuarta autoridad política del Reino alauita, asegura que las ciudades de Ceuta y Melilla están "ocupadas" por España y cree factible recuperarlas por la vía de la "negociación, sin recurrir a las armas". Mayara habló en estos términos en el transcurso de un acto que, ironías de la cosa, conmemoraba el aniversario de otro encuentro celebrado en Rabat en 2022 entre el rey Mohamed VI, Pedro Sánchez y ministros de ambos países.
En Marruecos, como es sabido, nada se mueve sin el conocimiento de Palacio y, sí el presidente del Senado dice lo que ha dicho, cabe pensar que sus palabras son el eco de una mayor longitud de onda. Poco duró, ya digo, el compromiso marroquí para " evitar todo aquello que sabemos que ofende a la otra parte, especialmente, en lo que afecta a nuestras respectivas esferas de soberanía".
Aunque la ministra de Defensa, Margarita Robles, ha tenido palaras contundentes para responder a esta provocación, vistas las novedades que llegan desde Rabat no estaría de más que el presidente del Gobierno tranquilizara a nuestros paisanos de Ceuta y Melilla. ¿Cómo? Contándonos la verdad, y, si fuera toda la verdad, mucho mejor, sobre qué le impulsó a dar el volantazo en la política sobre el Sáhara acabando con la neutralidad de nuestro país en este contencioso entre Marruecos, el Polisario y Argelia.