Rafael de Brigard, Pbro. | El Nuevo Siglo
Domingo, 15 de Noviembre de 2015

ANTE LA ACTUAL LOCURA COLECTIVA

Proteger la persona

“Es el reto de todos y hay que hacerlo cueste lo que cueste”

ESTAMOS  viviendo en medio de una especie de locura colectiva, y muy especialmente de las gentes poderosas, en contra de la persona humana. Como buena locura tiene aparentes rasgos de normalidad y hasta de genialidad, pero sus consecuencias son innegables.

La lista de acciones es larga y hasta tediosa de repetir. Sin embargo hay que hacerlo. Drogar, abortar, separar, apostatar, aplicar la eutanasia, privar de padre o madre en cualquiera de las modalidades en uso, etc, son la fórmula compuesta de una sociedad que ha perdido definitivamente su rumbo y que, pese a todos los cantos de sirena, no va para ninguna parte deseable.  

Y es una sociedad muy mal encabezada en todos los niveles. Queda la impresión de que ministros, magistrados, senadores, fiscales y toda esa burocracia estuviera tratando de expiar sus equivocaciones vitales extendiéndolas a todo el conjunto de la sociedad.

El Estado colombiano y la cultura nacional han dejado de ser dique protector de la persona  y se han convertido en algo así como el nevado del Ruiz para Armero. Es momento de pensar cómo se puede hacer, desde otros ámbitos, para que cada hombre y cada mujer de esta nación tengan las condiciones para conservar su dignidad, su vida, su salud mental y física.

Esos otros ámbitos deberían ser el matrimonio y la familia, el colegio y la universidad, la Iglesia y el trabajo. Desafortunadamente no es fácil contar con algo tan importante como los medios de comunicación pues casi todos están alineados en esta locura contra la persona y hasta se lucran de eso. En todo caso, está claro que hay que alinear fuerzas diferentes a ellos y al Estado para salvar mucha gente de la hecatombe.

La pelea contra el Estado y las ideologías de la destrucción humana es un poco inútil por la soberbia y sordera de estos. Hay que intentar otros caminos. El trabajo de la Iglesia con sus miembros, la educación con énfasis en valores, el trabajo decente, los movimientos religiosos y espirituales, la producción intelectual humanista y otras vías similares, que buscan a cada individuo para proponerle un camino respetuoso y constructivo de su propio destino son una opción.

En el Evangelio Jesús critica duramente a los que legislan fieramente, pero no ayudan a nadie a cargar nada de lo exigido. Eso es lo que están haciendo quienes están empeñados en desbarrancar a la gente: ofrecerle el precipicio como destino final y cuando van de caída ya ni los voltean a mirar. Hoy el gran reto de todos y especialmente de los que seguimos a Cristo es ser capaces de proteger a cada persona cueste lo que cueste.