RAFAEL DE BRIGARD, PBRO. | El Nuevo Siglo
Domingo, 12 de Agosto de 2012

Soluciones complejas

 

Hoy día la humanidad afronta unos problemas inéditos de muy difícil solución. Basta pensar en la drogadicción extendida enormemente en la población mundial, en la enfermedad del VIH, la inseguridad de las metrópolis, el consumo ascendente de alcohol en todas las sociedades, el costo creciente de la vida en casi todas partes, los fanatismos de todos los pelambres, etc. Ninguno es un problema pequeño y ninguno se soluciona fácilmente.

Estas situaciones han tenido la capacidad de arrinconar a la humanidad, de hacer inútiles sus recursos más tradicionales y de convertir el miedo en la partícula que más flota en el medio ambiente.

Un error bastante común es plantear soluciones poco serias y sin ningún soporte científico o al menos altamente racional. Con frecuencia el catálogo de las falsas soluciones lo han escrito, lógicamente, personas que no conocen a fondo el problema en cuestión y por tanto no tienen la menor posibilidad de acertar en sus propuestas. Es de la mayor importancia y urgencia que los que saben tomen la palabra en cada campo complejo. Porque tenemos la mala costumbre de opinar de todo sin saber prácticamente de nada. Y cada falsa solución se convierte en un factor de agravamiento del problema por resolver.

Sin embargo, hay que destacar un punto y es que ya somos capaces de hablar de muchos de los problemas graves en voz alta y con nombre propio. Es un comienzo de la solución. Y después hay que dirigir la mirada a las personas concretas, con nombre y apellido, que están sumergidas en alguna esclavitud, no para juzgarlas, sino para abrirles caminos. Y, por cierto, el tercer paso será que parejas, familias y sociedad estén dispuestas a hacer el camino de liberación, acompañando a quienes tienen una vida ruinosa por cualquier circunstancia.

En temas complejos de este orden quizá está faltando un concepto más claro de persona que haga de esta el centro de todo el análisis.

Estamos a ratos en manos de un pragmatismo que instrumentaliza al ser humano. Como siempre, las verdaderas soluciones de los problemas humanos se deben pensar desde lo filosófico y también lo teológico, decimos los creyentes. Sin estos presupuestos sólo se nos ocurrirá ampliar cárceles, encerrar drogadictos, prohibir religiones, etc. ¿Qué se habrán hecho los filósofos y los verdaderos teólogos?