Sería bueno que el régimen de Nicolás Maduro hubiera terminado, pero hay realidades. A pesar del reconocimiento de la presidencia interina de Juan Guaidó, de la posición de muchos Estados, es Maduro quien ejerce el poder, de manera abusivo, pero lo ejerce.
Colombia y Venezuela son pueblos hermanos, a través de la historia de una y otra parte, por diferentes motivos se han producido migraciones, cuentan con 2.000.000 de kilómetros de frontera, cinco millones de migrantes entre los dos, grupos de delincuentes que se desplazan de un lado al otro, la movilización actual constituye grave problema humanitario, de tránsito, comercio, salud, empleo, corresponde darle tratamiento bilateral adecuado.
Lo concerniente a pasaportes y visas, apostillada de documentos, asuntos que no pueden omitirse son motivo de preocupación para millones de venezolanos y colombianos. Si bien es cierto que fue Maduro quien determinó romper relaciones, expulsar a nuestros funcionarios consulares acreditados, tal decisión no debe prolongarse, cada día las dificultades aumentan con una crisis por cuantificar.
Hasta Estados Unidos y Cuba, que ahora tienen legaciones formales, durante años sostuvieron abiertas oficinas para el trámite de elementales diligencias de norteamericanos y cubanos; hubo, en tiempos de la Guerra fría, teléfono rojo entre el Kremlin y la Casa Blanca; China jamás ha reconocido a Taiwán, sin embargo, el tránsito de ciudadanos de ambos países está regulado; en medio de la Guerra de las Malvinas de Argentina y Gran Bretaña el flujo de viajeros continuó; en la actualidad naciones europeas se ven obligadas a aceptar migraciones.
El Grupo de Lima reconoce como presidente de Venezuela a Juan Guaidó, con el paso del tiempo los avances desarrollados tendientes a conseguir una salida democrática a la crisis no se concretan, la figura del mandatario provisional se ha vuelto simbólica, la comunidad internacional quisiera apertura, realización de elecciones libres, el cumplimiento de los principios de la Carta de la Organización de Estados Americanos, lo cual no es factible a corto plazo y las declaraciones de buenos deseos gustan pero distan de servir de ayuda a ciudadanos urgidos de facilidades familiares y sociales, de aliviar su carga existencial.
El señor Maduro menciona la necesidad del intercambio consular, el presidente Iván Duque argumenta que hay muy pocas garantías para la prestación de servicios, intuye que la captura de la ex congresista Aída Merlano se quiere aprovechar para afectar a Colombia, en eso le asiste razón, pero se trata de un tema coyuntural, compartimos el rechazo a la dictadura, no obstante, porque esto se encuentra por encima de ideologías y posiciones de gobierno, reabrir relaciones consulares es imperioso para garantizar derechos. La proliferación de indocumentados, la incertidumbre en cuanto a residencia, a su futuro, merece consideración. Las relaciones de gobiernos están rotas, no la de pueblos que han convivido y lo seguirán haciendo fraternalmente.