La semana pasada tuvimos los colombianos varios temas sensibles para debatir a nivel interno como externo: el posible sometimiento del Clan del Golfo, investigación a los magistrados, el huracán Irma que golpeó el sur de la Florida y la visita del Papa Francisco a Colombia. Todos ameritan atención y análisis detenido, pero la visita de su Santidad Francisco, a mi sentir es el evento más importante de este año, por lo tanto no podemos dejar pasar la oportunidad de resaltar algunos aspectos, que sin proponérnoslo pueden transitar desapercibidos y con el tiempo caer en el olvido. Pero creo que sería justo permitir esta ligereza, que a más de merecer reconocimiento, a futuro servirá de experiencia en muchos eventos multitudinarios como los desarrollados con ocasión de la mencionada visita.
Por el título de esta nota podrán mis respetables lectores identificar su sentido, que definitivamente invitan a reconocer, aplaudir y ponderar los comportamientos de las diferentes franjas comprometidas en el evento. El pueblo colombiano demostró un nivel de fervor poco conocido, pues en oportunidades posamos de país laico. Sin embargo los medios registraron una asistencia multitudinaria a cada acto, partiendo con su arribo al país en el aeropuerto El Dorado, donde la concurrencia fue profusa desde el mismo terminal aéreo, acompañando la caravana en el recorrido, que lo condujo a la Nunciatura Apostólica, lugar de residencia para el sumo pontífice. Lo informado por las cadenas superó las expectativas de los comprometidos con la organización del evento. Pasada esa primera impresión pudimos observar que en Bogotá todos los actos programados contaron con multitudes de gente, que asistieron a ovacionar el visitante, situación que se repitió en las diferentes ciudades escogidas por el Vaticano para recibir a su santidad. Ahora, justo es reconocer el nivel de compromiso con la seguridad del Papa, porque el gobierno y la fuerza pública no escatimaron esfuerzos para cubrir todos los escenarios, brindando tranquilidad y sosiego al séquito pontificio, que acompañó al visitante en todos los compromisos programados durante su itinerario.
Es bueno registrar el número de hombres destinados en cada lugar y la cobertura a lo largo de los desplazamientos, permitiendo con un servicio de lujo, que Su Santidad disfrutara de la multitud que lo ovacionaba y a la vez que por el buen control, podían los asistentes verlo de cerca. Es decir se controló sin dificultar el acercamiento, ¡tarea dura y riesgosa! No olvídenos que la policía controló estos eventos, sin descuidar la seguridad ciudadana. ¡Tamaño reto!
Por último vayan mis reconocimientos a Colombia que demostró a más de fervor y respeto, un nivel cultural envidiables, orden excelente, óptimo cumplimiento a las recomendaciones y ese acatamiento por Su Santidad que exhibieron los ciudadanos en cada escenario.