Hablando del señor General Oscar Naranjo Trujillo, actual Vicepresidente de la Republica, es muy poco lo que podemos agregar a su hoja de vida, por ser plenamente conocida en el país y otro tanto sucede con su formación profesional y académica. Pero lo que en realidad me preocupa es el nivel de esperanza puesto en su desempeño y el cumplimiento con las tareas impuestas por el ¨Gobierno.
Las cosas han funcionado para el General Naranjo - y le digo General porque los grados alcanzados en fuerza pública obedecen a una carrera y trayectoria profesional, reconocida por el Ejecutivo nacional, lo que impide renunciar a ellos, obligando a preciarlos personal y colectivamente-. Decía que le funcionaron de manera adecuada, seria y democrática, lo que está demostrado en su elección, acompañada de un debate necesario y formal, donde no estuvo ausente la oposición, parte sin la cual la democracia quedaría en entredicho. Sabemos las responsabilidades que enfrentará el General Vicepresidente, y de entrada podemos conceptuar que el primer eje, encaminado a la implementación de los acuerdos de paz suscritos con las Farc, es dura misión, pero entendemos que estará acompañado por todo el Gobierno, especialmente de funcionarios conocedores de la problemática. En cambio, el segundo eje, seguridad ciudadana, trabajará en solitario porque muy pocas personas se pueden aventurar a debatir este asunto con el vice, conociendo el cúmulo de experiencias que lo acompañan. Pero la gestión amerita un profundo acercamiento ciudadano y una motivación difícil de alcanzar sin una estrategia adecuada a la situación y sensación de inseguridad que vive Colombia.
Y qué decir del tercer eje mencionado, con esa responsabilidad de direccionar adecuadamente la lucha y estrategia contra el narcotráfico. ¡Otra vez mi general en lo mismo: el narcotráfico! Pienso que lo persigue y ante el objetivo no tendrá la última palabra; por el contrario, se refiere a una política de Gobierno apenas presentada por él ante las autoridades del ramo. Es en ello donde entendemos que al General Naranjo lo acompaña, antes que la política, un espíritu de servicio propio de los policías de vocación.
Por último estará fijando las políticas y tácticas que el Gobierno debe desarrollar para proteger los líderes sociales y defensores de derechos humanos, eje muy complicado desde todo punto de vista, iniciando por los mismos protegidos renuentes a acatar las recomendaciones y precauciones necesarias para su seguridad, dificultando la misión y exponiendo al señor Vicepresidente de la República a un escarnio público ante eventuales incidentes.
Pero el General Vicepresidente no hace milagros y la responsabilidad de cara a la esperanza ciudadana es magnánima. Está apostando su prestigio en una sola jugada, con cuatro ejes nebulosos. Además, entendámoslo, a estas alturas ¡el tiempo es poco y juega en su contra!.