RICARDO EASTMAN DE LA CUESTA | El Nuevo Siglo
Martes, 3 de Enero de 2012

Migraciones en riesgo

En medio de una oleada de medidas y declaraciones contra los inmigrantes en Estados Unidos, el combate a los indocumentados se ha convertido en una de las mayores prioridades de las propuestas electorales, especialmente entre los candidatos de la oposición, y en un asunto que puede decidir el nombre del próximo presidente. Al gobernador de Texas, Rick Perry, le costó su condición de favorito en la carrera presidencial del Partido Republicano demostrarse débil ante el problema de la inmigración ilegal. Cinco republicanos lideraron las encuestas en los últimos diez meses.
La encuesta de diciembre da un 54% de intención del voto latino para Barak Obama y apenas un 23% para Mitt Romney, cabeza hoy de su partido.
EE UU vive una época de particular hostilidad hacia los inmigrantes. Desde la polémica ley de Arizona, el año pasado, otros cuatro Estados le han seguido con legislaciones consideradas racistas, especialmente en Georgia y en Alabama. El número de inmigrantes detenidos ha aumentado en un 25% y el de deportados superó el año pasado el límite de los 400.000.
Y las encuestas de Gallup y Rasmussen muestran que un 59% de los norteamericanos cree que la política de Obama alienta la inmigración ilegal, un 72% es partidario de comprobar el estatus migratorio de los niños antes de darles acceso a la educación pública, un 81% se opone a la becas para los hijos de indocumentados y un 66% cree que la seguridad fronteriza es más importante que la legalización de los inmigrantes. El desempleo impulsa las tendencias antimigratorias del pueblo norteamericano.
El Tea Party considera, y es elemento fundamental de campaña, que no hay ninguna razón para subsidiar inmigrantes ilegales con dinero de los contribuyentes. Endurecer la posición interna servirá para disuadir a muchos extranjeros a llegar al país de manera ilegal, opinan sus voceros.
Señalan a los defensores de los inmigrantes de beneficiarse con negocios de fundaciones o el de las cárceles privatizadas, donde un mayor número de reclusos mejora el ingreso global.
Desde que Barack Obama es presidente, más de un millón de inmigrantes han sido devueltos a sus países. Dos terceras partes fueron arrestados al tratar de cruzar ilegalmente la frontera y la mitad del total tenía antecedentes delictivos.
Obama va tras la aprobación de una nueva ley migratoria que permita la legalización de los once millones de indocumentados que ya están trabajando en el país. Incrementó la policía fronteriza y mejoró los sistemas de vigilancia que hagan menos vulnerable la compleja frontera con México.
El debate sobre la inmigración crecerá en la medida en que avance la campaña electoral, en la que Obama intentará conquistar el veleidoso apoyo hispano que, difícilmente, con sus programas actuales, pueden atraer los republicanos. Así somos ya de importantes.