RICARDO EASTMAN DE LA CUESTA | El Nuevo Siglo
Martes, 10 de Abril de 2012

La infidelidad

 

La  infidelidad es consustancial a la naturaleza humana. La categoría de animal indica que la tendencia general es a la promiscuidad, a convivir y a tener sexo con un número plural de congéneres.

La monogamia tiene origen en las religiones. Algunas exageran la nota: para los musulmanes, el adulterio femenino puede ser castigado hasta con la muerte, el de los hombres “se olvida”. Son los dioses, de la mano de los humanos, los que imponen la vida en pareja, la fidelidad y el concepto de familia derivado de compartir una existencia de largo plazo.

Igual sucede con el entendimiento actual del amor. Él aparece como resultado de la monogamia, de la comunidad en las realizaciones. Antes, lo que ahora aceptamos como amor, no existía. Tanto, que los grandes amores pasaron a la posteridad en clásicos de la literatura: Romeo y Julieta, Abelardo y Eloísa, Tristán e Isolda.

En los pasados quinientos años infidelidad ha significado traición. Pululan las organizaciones “detectivescas” especializadas en comprobar deslices de pareja, en verificar o no las dudas que atormentan a marido o mujer. Entre menos educación hay, con más brutalidad se reprimen las salidas de cauce.

Pero en los últimos tiempos pareciera que revive la naturaleza sobre la imposición cultural y hombres y mujeres se lanzan a experimentar con un número plural de parejas. Sin miedo, sin tapujos. En relaciones heterosexuales y homosexuales. En un desafío a las tradiciones de fidelidad y familia. Por encima de indagaciones pagadas por el adolorido. Al punto que ya funcionan organizaciones internacionales expertas en promover la infidelidad entre sus asociados, respaldadas en que “la infidelidad y la oportunidad se rozan”.

Las razones que la impulsan son diferentes en hombres y mujeres. Los primeros siempre lo han sido más, aunque ahora las féminas pretendan luchar por esa primacía. El varón puede separar el sexo de las emociones, busca nuevas sensaciones así esté satisfecho con la pareja. Es capaz de tener sexo con una desconocida y disfrutarlo. En cambio, la mujer - ¿también esto va cambiando, en especial cuando están descontentas con su relación oficial?- une sexo con sentimientos y por eso su infidelidad tiene mucho más arraigo.

En general, los gays son más adúlteros que las lesbianas. Se impone su condición de género por encima de sus preferencias sexuales. La infidelidad entre homosexuales es alta y de amplio espectro. La explicación es que el amor es algo más que sexo.

El matrimonio, las relaciones estables, están en crisis. Los engaños se multiplican. Las separaciones llegan hasta a afectar 50% de las uniones en Norteamérica. En Colombia llegaron para quedarse.

La duda está en si la infidelidad es la causa del desbarajuste o este afirma a los infieles. Si la crisis del matrimonio fomenta la infidelidad o esta apura las separaciones.