RODRIGO POMBO CAJIAO | El Nuevo Siglo
Miércoles, 1 de Febrero de 2012

No todo vale

En recientes elecciones presidenciales en Colombia tuvo a bien elevarse un sentido y popular clamor bajo el lema de “No todo vale”. Clamor de oposición colectiva hacia un Gobierno que era acusado por lograr sus objetivos a cualquier precio.
Por supuesto que la acusación no era cierta, pero el mensaje de civilidad era evidente. Se terminaba una era de efectividad y éxito en el Gobierno nacional opacada tan sólo por unos penosos casos aislados de funcionarios públicos corruptos. Con todo, insisto, ello dio lugar para que no pocas personas enarbolaran las banderas del “no todo vale” con el fin de señalar que el sistema de gobierno democrático y el Estado de Derecho impiden que el fin pretendido justifique los medios empleados.
Es que, en efecto, en un Estado de civilidad los gobiernos de turno, así como cualquier funcionario del Estado de cualquiera de sus ramas u órganos de poder, no pueden caer en la tentación de utilizar cualquier método para conseguir los fines del Estado y cumplir sus funciones. En un Estado de civilidad “no todo vale” y los medios deben ser siempre proporcionados al fin.
Sin embargo, esto que parece tan evidente ha sido desconocido (y en buena hora castigado) por un supuesto adalid de la Justicia internacional. Baltasar Garzón, el incauto, populista y egocéntrico juez español que se hizo célebre y famoso por enjuiciar personajes (de derecha siempre) con pruebas falsas, ilegales y conseguidas por fuera de los cánones de la constitucionalidad. ¡Vaya ejemplo para un juez!
Con base en ello, la Justicia española lo encontró culpable y, a través del juicio y de la sentencia, desenmascaró los bajos propósitos proselitistas de un resentido juez que politizó la Justicia, que la arrodilló a las ideologías políticas y que la humilló con el rasero de la más radical de las doctrinas. Todo ello, por supuesto, al amparo de conductas tan deshonrosas como delictuales, pues en un Estado de civilidad “no todo vale” ni para los gobiernos de derechas ni para los jueces de izquierdas.
Para finalizar, no sobra destacar el sentimiento de zozobra y desazón que nos produce la utilización de este maquiavélico juez en las fronteras patrias.
*Presidente de la Corporación Pensamiento Siglo XXI