RODRIGO POMBO CAJIAO* | El Nuevo Siglo
Jueves, 5 de Diciembre de 2013

Reelección y paz

 

La   reelección del presidente Santos depende de los resultados de las negociaciones de La Habana. Así se sabía. Por eso el mismo Presidente estableció como fecha límite del acuerdo el mes de noviembre de 2013 para poder lanzarse libre y tranquilamente a su reelección. No obstante, los planes del alto gobierno no están saliendo según lo planeado y no podían salir según lo planeado porque negociar con los máximos criminales del planeta hacía inminente presagiar los tropiezos. Ahora el señor Presidente está en la peor de las situaciones: quiere reelegirse pero para ello debe ceder mucho en las negociaciones.

Técnicamente hablando, nos encontramos ante una situación despótica, entendida ésta, tal y como lo enseña el filósofo francés Julian Freund, como la superposición de la esfera particular a la esfera de lo público. Es decir, el despotismo se da cuando el interés de un miembro de la comunidad política se posa o sobrepone al interés general.

Va a tener que ceder mucho en la negociación el Dr. Santos, incluso más de lo esperado y razonable para alcanzar su objetivo reeleccionista. Ello, me temo, irá en contra de los intereses patrios. Pero si así no fuera la sola incertidumbre de la coyuntura hace presagiar un evidente conflicto de intereses. La institución de la reelección es de por sí controversial. En lo que a mí respecta, ella es loable y democrática, sin embargo, dependerá de las circunstancias históricas.

Hipotecar un país para conseguir la reelección de un ciudadano más es peligroso. La nación, en tratándose de negociar, debe mostrar un frente unido con las constructivas críticas de la oposición pero nunca para allanar el camino reeleccionista sino para mejorar las condiciones de los ciudadanos.

Creo, por lo dicho, que el Presidente fue valiente, arriesgado e independiente en trabar los actuales diálogos de paz. Pero, por lo mismo, se debió haber declarado impedido para reelegirse porque todos sabemos que de los resultados de la misma dependerá su futuro político y eso nos coloca, inmediatamente, en una desventajosa situación ante los terroristas. Falso es, entonces, que la reelección garantiza la continuidad. Antes que eso, nos coloca a todos en un embarazoso lugar al negociar lo que hace presagiar aún más errores de los ya cometidos en la mesa de diálogos.

*Miembro de la Corporación Pensamiento Siglo XXI