SANTIAGO TORRIJOS PULIDO* | El Nuevo Siglo
Jueves, 28 de Julio de 2011

La revolución de los nerdos



“Intimidación escolar más dañina que el matoneo tradicional”


QUÉ  haría usted si al entrar a un salón de clase, en la mitad de la explicación, lo primero que oye es a un estudiante diciéndole a otro “¡Usted si es mucho idiota!”?


Probablemente, lo primero que su mente trataría de dilucidar es quién fue el impertinente que propinó el insulto. Pues, para su sorpresa, se encuentra con que ha sido un muchacho bien puesto, con lentes, peinado y engominado, o como quiera imaginarse a un típico “nerdo”.


Pero, ¿qué busca ese joven al pronunciar semejante frase contra un compañero? Pues bien, el objetivo del agresor (el “matón”) es ponerse a un nivel superior a los demás y enorgullecerse de sus propios logros. En otras palabras, busca humillar a su compañero para demostrarle que es inferior, que no es capaz de lograr las metas que se propone, que es un simple estorbo, una piedra en el zapato para una sociedad tan dinámica y competitiva como la actual.


Años atrás, expertos, profesores y estudiantes compartían una visión generalizada de que el matoneo, o bullying, ocurría en contra de estudiantes que tenían alguna característica física negativa, una anomalía en su personalidad o un mal desempeño en actividades de integración social como el fútbol o las fiestas. Sin embargo, desde hace un tiempo, se ha empezado a ver un nuevo tipo de matoneo tanto en colegios como en universidades.


Esta nueva forma de intimidación escolar es incluso más dañina que el matoneo tradicional debido a que ataca la esencia misma del estudiante: su capacidad de aprender. Precisamente por eso se le conoce como matoneo intelectual.


Progresivamente, los espacios que eran considerados “seguros” para los estudiantes, como el salón de clase, donde se supone que el profesor garantiza el respeto hacia todos los alumnos, se han vuelto más y más hostiles para quienes no logran aprobar las distintas materias. Puesto que es imposible controlar la totalidad de los comentarios que les hacen unos estudiantes a otros, los matones intelectuales aprovechan las circunstancias e intimidan a sus víctimas sin que el profesor logre evitarlo.


“¡Mucho bruto, qué imbécil, idiota, usted no sirve para nada!”, son algunas de las expresiones que se oyen cada vez más dentro de las aulas. Y lo peor es que el agredido se siente incapaz de responder a la ofensa porque está viviendo una situación de impotencia frente a su fracaso académico sin encontrar argumentos para hacerse respetar en nivel intelectual.
En consecuencia, la responsabilidad recae sobre los alumnos y es deber de todos cooperar activamente para eliminar esta amenaza a la tranquilidad escolar.


Solo así podremos ver muchas manos levantadas en los debates escolares evitando que los matones logren su objetivo de acallar a los demás y poniendo a salvo no solo el conocimiento científico sino, lo más importante, el futuro de nuestra convivencia democrática.
*Estudiante de 11º grado en el Gimnasio La Montaña, de Bogotá