La entrevista hecha en Semana por Luis Carlos Vélez, al narcogerrillero de las Farc Carlos Antonio Lozano, hoy convertido en senador gracias al Acuerdo de la Habana, me causó náuseas, furia y dolor.
Con qué cinismo se expresa. Cómo crea un discurso lleno de trucos, espejos ciegos, miradas retorcidas, retóricas absurdas. Cómo trata de lavarse la sangre de las manos y aparentar una honestidad completamente falsa. Qué manera más canalla de tratar a las víctimas como estúpidas, de tratarnos a todos los colombianos como imbéciles.
Dice este personaje que ellos nunca usaron el término secuestro, sino “retención” porque: “En el lenguaje técnico jurídico se denomina también retención”. Por lo tanto, se aferraron a ese término porque no entendieron que, para comunicarse con las víctimas y la opinión, había que nombrarlo con el término que la gente conoce. ¡Qué tal la desvergonzada explicación!
Dice que a ellos no les gustaba secuestrar pero que: “Se trató de una política financiera de las Farc en el caso de las retenciones”. Y, continua: “La dinámica de la guerra y las necesidades económicas no nos permitieron modificar esas políticas”.
Dan nauseas oírlo decir como la vida de 9.447 secuestrados por las Farc, de 1970 al 2010, de los cuales más de 522 murieron en cautiverio, era tratada como moneda de cambio, mercancía para ser transformada en fusiles, metralletas, minas antipersonales y explosivos; para seguir asesinando colombianos, destruyendo pueblos, sembrando muerte en los campos.
Según cifras oficiales las Farc pudieron haber recaudado por secuestros, solo en entre los años 1996 y 2010, “la bobadita” de $3. 625.608.297.250. Ojo: para que quede más claro, $3,62 billones. Esto sin tener en cuenta los millones que muchas familias, aterrorizadas, jamás reportaron haber pagado por rescates.
¿Cuántos de estos billones están aún escondidos en caletas, o en el exterior, para el disfrute de los capos de las Farc, más adelante, cuando nadie los vea? ¡Carajo! Disculpen la palabra, ¡qué negociación el que tenían montado estos narco guerrilleros!
Duelen todavía más los secuestros de los soldados, la mayoría de ellos jóvenes cumpliendo su servicio militar obligatorio. Encerrados por años entre jaulas de alambres de púas como animales; maltratados, humillados, desposeídos, sin que sus familias tuvieran dinero para rescatarlos. Recordemos al agente Luis Alfonso Beltrán secuestrado por las Farc por 14 años, 3 meses y 4 días. Y así cientos, miles más.
El secuestro es un crimen infame, es la suspensión arbitraria de la libertad sin motivo, juicio, o defensa. Se tortura constantemente al secuestrado, negándole sus más íntimas necesidades, amenazándolo con la muerte, deshumanizándolo y humillándolo hasta extremos indescriptibles. También las familias quedan abatidas.
Las declaraciones de Ingrid Betancur sobre su secuestro tienen una profundidad humana que rasguña el alma y la hace sangrar. Ingrid dice: “El secuestro es un asesinato, es decir la persona que es secuestrada muere. Y muere una muerte lenta durante ese secuestro.”
Así que la reciente carta de las Farc, reconociendo por primera vez que ellos si secuestraron, no pasan de ser otra estrategia más para esconder sus crímenes.
La confesión de los capos de las Farc debe ser completa, publica, ante un tribunal, frente a las víctimas y las familias, con derecho a interpelarlos y con la exigencia de información sobre los desaparecidos. Colomba exige la verdad, ¡no carticas!