La política y Twitter son hermanos de sangre. Literalmente. La red social del pajarito, sin duda, es la más compleja, apasionante y demandante para los políticos. Pero es un micromundo. Es una aplicación de nicho. Y, ciertamente, no refleja la realidad de la calle o del día a día.
Twitter es para los tuiteros definitivamente. Es un submundo. Es un pequeño rincón. Para unos pocos. Muy ruidosos, sí. Y muy activos, también. Pero son (somos) pocos. Quizá fue una de las conclusiones de la reciente jornada electoral en Colombia. El mundo digital, eso sí es cierto, ya comienza a dominar en las elecciones. Pero no el de Twitter.
El mundo digital que comienza a definir las elecciones está en Facebook, está en Google, un poco en YouTube y sobre todas las cosas está en WhatsApp. WhatsApp, en definitiva, sí es la calle. WhatsApp sí es el medio más poderoso para darse a conocer o para cambiar percepciones. Por su agilidad, porque se mueve desde la confianza, desde la cotidianidad y sobre todo desde contactos cercanos. Pero ese es otro tema, que seguro los gurús digitales tienen claro.
Volviendo al tema Twitter y elecciones, la red social del pajarito sí es muy política, pero también es muy desconectada de la calle. Todo parece indicar que, lo que pasa en Twitter se queda en Twitter. Las discusiones, las exaservaciones y acaso las imposiciones se quedan en los 280 caracteres. Y esa es una buena noticia para el electorado, pero una muy mala para los neoestrategas que están convencidos que esta red es el santo grial.
Y es que el tema con Twitter es que es una red que demanda mucho tiempo. Muchísimo. Se necesita tiempo para estar pendiente de la tendencia más resiente. Se necesita tiempo para estar en la conversación del día. Se necesita tiempo, muchas horas, para agarrar una buena audiencia. Por supuesto, todo esto si quieres hacer las cosas al derecho. Porque también puedes escribir una burrada y seguramente serás tendencia.
La desconexión de Twitter y la calle ha sido histórica. Pero decenas de candidatos desoyeron esta realidad. Fueron varios los rostizados que dedicaron mucho tiempo a Twitter y muy poco a la calle. La explicación a esto, quizá, puede ser económica. Es mucho más barato crear una bodega de cuentas que inflan o meten una tendencia, que salir a la calle a volantear o armar eventos presenciales que requieren logística (léase el algo).
En los próximos dos meses se vienen días de mucha confrontación. De mucha tendencia. De mucha etiqueta (hashtag). Pero eso es efímero. Los trinos, las tendencias y esas cifras azules son efímeras. Lo que queda es la percepción y esa se gana y se pierde en Facebook y sobre todo en WhatsApp. Si me afanan, los candidatos que sobrevivieron al primer round electoral deberían concentrar sus esfuerzos digitales en todos los lados, menos en Twitter. Si quiere ganar, señor candidato, olvide Twitter.