El 20 de julio, en Remedios, Antioquia, el Eln devolvió a dos líderes sociales secuestrados un mes antes, lo que no fue precisamente un gesto de paz, pues nunca debieron haber sido “retenidos”, si esa guerrilla terminara por entender que el cese al fuego incluye el cese de hostigamientos a la población.
El 21 de julio, en medio de enfrentamientos por control territorial entre el Eln y las disidencias de las Farc, fueron secuestradas 16 personas entre Puerto Rondón y Tame, en Arauca, presuntamente por el Eln, según informaron las comunidades. Gravísimo si fueron los responsables y, si no lo fueron, deberían pronunciarse, pero no lo han hecho y dicen que “el silencio otorga”.
Definitivamente, el Eln no tiene “propósito de enmienda”, una de las condiciones de la confesión que solo mis contemporáneos recordarán, pues varias generaciones las aprendimos de memoria en el catecismo del padre Astete, que nos enseñaba los fundamentos de la religión católica.
Propósito de enmienda es el compromiso de “no volverlo a hacer” o la “no repetición”, para ponerlo en términos de objetivos de negociación con grupos ilegales. Por el contrario, no lo hay cuando “falta voluntad”, de abandonar el pecado para el padre Astete y, para nuestro caso, cuando falta verdadera voluntad de paz.
El propósito de enmienda le duró poco al Eln cuando, concluido el sexto ciclo de diálogos en febrero, se comprometió a suspender las “retenciones con fines económicos”, eufemismo para disfrazar el secuestro extorsivo; pero apenas dos meses después anunció su reanudación con la disculpa fácil de culpar al Gobierno de incumplimiento por no implementar el Fondo Multidonante y por negociar con el que fuera su frente Comuneros del sur en Nariño. De hecho, desde entonces los diálogos están congelados por decisión unilateral de ese grupo subversivo.
Propósito de la enmienda le faltó cuando, desde octubre de 2023 empezó a torpedear el Mecanismo de Monitoreo y Verificación, después de firmar el Acuerdo de cese al fuego que lo creó en junio de 2023, y un mes después el protocolo de funcionamiento. Como siempre he sostenido, sin verificación, el cese al fuego es una burla y, sin cese al fuego, no habrá participación real de la sociedad, ni transformaciones en los territorios, ni habrá más diálogos. La participación de la sociedad no puede darse bajo el sometimiento y la “lógica del terror”.
Finalmente, no muestra propósito de enmienda un grupo ilegal que dice defender a los más vulnerables, mientras persiste en hostigarlos, extorsionarlos, asesinarlos, desplazarlos, empujarlos a la ilegalidad del narcotráfico y, la mayor vileza, en reclutar y ultrajar a sus hijos.
El cese al fuego vence nuevamente el 3 de agosto y, frente a la intención de arrodillar al Gobierno de cara a una segunda prórroga, que no es otra la razón de congelar los diálogos, bloquear el MMV y seguir hostigando a la población, valoro la posición del Comisionado de Paz, Otty Patiño, quien declaró a los medios que considera “viable y necesario” extender el cese al fuego, pero conminó al Eln a “mostrar voluntad de paz” y le dejó claro que “de nuestra parte no hay una actitud de ruego”.
Por el contrario, sorprende la posición del Consejo de Seguridad de la ONU, con una Misión de Verificación en Colombia que conoce la realidad violenta del Eln y el proceso de negociaciones, pero se limita a solicitar a las partes “firmar la extensión del cese al fuego”, así nomás, sin condiciones ni compromisos, lo cual, además, representaría aceptar la culpabilidad que el Eln pretende endilgarle al Gobierno.
Propósito de enmienda, el propósito de no seguir destruyendo a Colombia… ¿Será mucho pedir?
@jflafaurie