Es imposible posar de indolentes frente a la calamitosa situación que vive la Policía Nacional de los colombianos, es imposible que se continúe atentado contra la vida de estos servidores públicos dedicados a brindar seguridad, tranquilidad y auxilio permanente a una sociedad, que se muestra impasible ante esos flagelos, ataques y muertes; la semana pasada fueron asaltados y asesinados por antisociales redomados varios miembros de la institución en actos del servicio, siendo inhumados con honores por por sus superiores, compañeros, subalternos y algunos miembros del gobierno, más los pocos familiares que pudieron asistir. La sociedad, si, nuestra sociedad siempre está ausente, se muestra indolente y ajena a estas situaciones, olvidando que la primera beneficiaria del permanente trabajo policial es ella, porque sin policía no puede desarrollarse ningún grupo social. Eso es claro y reconocido mundialmente.
Hoy por hoy estos ataques a las autoridades son noticias pasajeras sin ninguna consecuencia en los diferentes estadios que componen el país; no se han puesto a pensar nuestros amables conciudadanos que si aquellos, antisociales y delincuentes no acatan a las autoridades, a esas que a través de los años han sido reconocidas, honradas y obedecidas por todo los núcleos que componen el andamiaje social, estos bandidos en el futuro menos respetarán sus bienes, su honra y vida porque la obediencia hacia la ley, los derechos y las buenas costumbres irá desapareciendo para dar paso al caos, la indolencia y el pillaje, que es en ultimas su propósito.
Ojo, ciudadanos, no desconozcan el valor del sacrificio policial y hagan propia esa pena colectiva por sus muerte y desventuras. Permanecer indiferente ante la muerte de un ser humano es vergonzoso y más todavía si es una persona encargada de defender la ley y el conglomerado; situación que debe traducirse en cobardía ciudadana, porque no existen motivos diferentes a poquedad para no elevar protesta de cara al desdén y menosprecio de que han sido objeto los patrulleros, inclusive de los llamados padres de la patria.
Los ataques contra la institución y su estructura se han tornado consuetudinarios, tratando de desdibujar la historia y estirpe de luchadores propias de sus componentes, a tal punto que las arremetidas a instalaciones y hombres vienen de diferentes sectores. Es por ello que holocaustos se presentan a todo lo largo y ancho del país. Hoy lloramos al Mayor Mauricio Grueso Monterrosa y su compañero Alexander Silva Goez, como al patrullero Luis Edilberto Ocampo. Los primeros en el departamento de Antioquia y el segundo en Bogotá, sin contar los heridos víctimas de acciones delictivas como sucedió en Cúcuta.
En definitiva, son muchos y variados los atentados que soporta la institución y sus hombres sin pedir auxilio, comprensión ni ayuda y seguirán así porque la vocación está en sus corazones