En medio de las sorpresas por los afanes alcabaleros del nuevo gobierno, según se anunció en el Congreso de la ANDI en Cartagena, se plantea también modificar el impuesto catastral, para agregar un diferencial cuando el predio está improductivo, lo que sumado al impuesto al patrimonio que se quiere implementar, llevará a que sea mejor para el consternado contribuyente tirar el bien que mantenerlo. Pecar por demasía atenta contra la razonabilidad del tributo.
Lo más sensato sería traer de una vez a la anunciada asesora Mariana Mazzucato, economista italiana radicada en los Estados Unidos. Ella advierte la obviedad de que primero hay que crecer la economía y la riqueza, para poder tener algo para redistribuir; no se distribuye lo que no existe. Recientemente, en una entrevista a la revista Cambio, sostuvo que la izquierda se equivoca al pensar inicialmente en la redistribución de la riqueza, cuando primero debe aprender a crearla. “Luego de que se cree la riqueza, a través de innovación en el sistema industrial, esa riqueza puede redistribuirse entre la población”, dijo. Lo más conveniente sería traer a la asesora, antes de que tramiten la reforma tributaria.
Otra sorpresa es cuando aparece un inmenso tropiezo para la posesión de César Ferrari en la Dirección Nacional de Planeación, que se suma a la controversia que tiene imposibilitada la posesión de la Mintic. El artículo 29 de la Ley 43 de 1993, sobre la adquisición, renuncia, pérdida y recuperación de la nacionalidad colombiana, dice que los nacionales por adopción, que mantengan doble nacionalidad, no pueden ser ministros ni directores de Departamentos Administrativos. Todo parece indicar que el recién designado Director de dicho Departamento es nacional por adopción y conserva su nacionalidad de extranjero, razón por la cual quedaría incurso en la inhabilidad para posesionarse en dicho cargo. La única salida posible sería que renunciara a su nacionalidad extranjera.
Otra sorpresa la señaló el Eln en la nueva mesa de La Habana, que dejó muy en claro que no está dispuesto a sentarse a negociar con todo tipo de delincuentes. Manifestó claramente su recato, pues mantienen el carácter de actores políticos del conflicto colombiano, que los distingue de los meros traquetos y narcotraficantes. Razón por la cual la “paz total” hay que construirla por estancos y bien separados.
Por último, y no es sorpresa, desde ahora se dificultan los puntos esenciales de la agenda con los Estados Unidos. El primero, el de apoyo militar, que ya fue repudiado por Colombia, que nuevamente se declara país soberano; el de lucha antidroga, enturbiado por el cambio de política anunciada en el discurso de posesión; el de migrantes, a quienes hay que acoger; el de justicia y cooperación, con la extradición en jaque; el de medio ambiente, con un embajador que solo habla con un grupo de congresistas norteamericano; el TLC que hay que renegociar, con un cambio en las políticas agroindustriales.