¿Qué está pasando en Colombia? Es la frase más buscada en Google y eslogan de la campaña terrorista de desprestigio internacional de Colombia. Lo que está pasando es que estamos viendo los resultados de los 30 años de la Constitución de 1991.
Una Constitución que creó instituciones variopintas para darle gusto a todos y de forma maquiavélica las hizo débiles e irrisorias y por eso nadie las respeta.
Ni siquiera la palabra del garante de la Constitución, la Corte Constitucional, tiene valor alguno. Ni la del Tribunal que prohibió marchar. Si lo tuvieran, ya se habría terminado el paro.
El hambre y el secuestro, consecuencia del derecho a la protesta, permitido por esta democracia, podría terminarse inmediatamente si la Corte Constitucional aclarara que el derecho a la protesta no es un derecho absoluto e ilimitado.
Para serlo, tendría que poder coexistir con otros derechos fundamentales (la vida y la locomoción) sin afectarlos. Claramente el derecho a la protesta se lleva por delante a todos los derechos que le coexistan. Esta es la línea jurisprudencial de la Corte Constitucional. ¿Por qué no se cumple?
Por eso Cali se muere de hambre. El derecho a la protesta da derecho a atentar contra la vida bloqueando vías. Eso es terrorismo.
Lo que está pasando es la debilitación del poder público como un elemento formal del Estado y sus elementos esenciales. Dominación y competencia.
Dominación: por la incapacidad para hacer cumplir las decisiones y de restablecer el orden público aun por la fuerza.
Incapacidad de coacción como elemento indispensable del poder público para poder ejercer la autoridad. No se pueden usar las fuerzas armadas del Estado. Nos cae encima el mundo.
Competencia: por la incapacidad de reconocer que el gobierno es quien está legitimado para adoptar soluciones para el conglomerado social.
Lo que está pasando es que como consecuencia de todo lo anterior no hay autoridad. Lo decía Uribe: “el derecho de los colombianos a vivir sin bloqueos y sin violencia no es negociable, hay una sola palabra: AUTORIDAD”.
Mientras tanto retrocedemos a estadios anteriores a la civilización: salvajismo y barbarie.
El presidente Duque necesita el apoyo de todos los colombianos que respetan la democracia. Al presidente no le pueden pasar la factura de lo que generó una pandemia que él no se inventó.
A los terroristas mal llamados vándalos. Los que bloquean las carreteras trayendo más hambre. Los jóvenes víctimas de un establecimiento oculto y que marchan y repiten como un mantra “muerte al paraco” mientras se abastecen de alucinógenos ¿Qué proponen? ¿Cuál es la salida? ¿La anarquía? ¿Viva la pepa?
Mientras tantas células de jóvenes artistas radicados en Europa, becados y desagradecidos, sí se están organizando para seguir su plan terrorista de desprestigio internacional de la democracia colombiana, para llevarnos adonde todos sabemos nos quieren llevar.
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El paro no se acaba porque los del paro no son los del paro, tal cual los de las Farc no lo eran los de las Farc.
@juanfelipereyes@hotmail.com