La atención de los últimos días en el ámbito nacional está dirigida hacia la protesta social; su ordenamiento y libertades, son variados y constantes los conceptos sobre la materia, donde escuchamos opiniones bien contradictorias, en su mayoría bañadas de tinte político partidista. Esta situación es comprensible, pues sabemos como se manejan y direccionan las alteraciones en este tipo de eventos, que traen por su talante la mejor de las intenciones, pero se vienen convirtiendo en pretexto o estrategia para alterar el orden público en diferentes ciudades; desafortunadamente la agitación, incertidumbre y zozobra que generan las revueltas en aquellas protestas, inducen al conglomerado y autoridades a fijar su interés en esta situación que amenaza salirse de madre.
En tanto, la seguridad ciudadana está quedando como la cenicienta del paseo, cuando en realidad es un punto neurálgico para la tranquilidad e integración de la sociedad en sus diferentes capas y estadios. La ciudadanía de bien ha demostrado su interés y compromiso con la institución y sus medios; lo demuestra el respaldo generado desde el seno de la sociedad ante la arremetida de vándalos contra los centros de atención inmediata CAI. Nunca se imaginaron los desadaptados que los vecinos se manifestaran en defensa de estos habitáculos, que responden a una estrategia añosa, acuñada por los mandos institucionales pretendiendo el acercamiento e integración de la institución con las comunidades.
Fueron grandes los esfuerzos de la época para lograr posicionar este programa, que con el paso de los días se acopló al entorno, convirtiéndose en eje de las actividades barriales, a tal punto que hoy como quedó demostrado, son parte integral de las colectividades; el programa inicio con habitáculos en madera algo vulnerables pero con el escudo de Dios y Patria enfrentaron temporales de diferente origen, hasta conquistar la vecindad y persuadir las administraciones a promover construcciones fuertes, robustas y resistentes que mañana seguirán haciendo parte del barrio y su pintoresco entono. Son emblemas de autoridad y urgente presencia policial, ahí está y allí los mantendrá la ciudadanía por ser centros de control, vigilancia y atención.
Un llamado a los vándalos: no se ensañen con los CAI ya que no son de la policía, pertenecen a la ciudad.
Su majestad la seguridad se dinamiza desde estos puntos estratégicos y la comunión ciudadano-policía se cristaliza en el acercamiento y tejido social nacidos de las buenas relaciones; hoy la tecnología apoya los centros de atención dinamizando su efectividad. Para satisfacción del entorno, una comunidad que respeta, acata y respalda su policía, es una comunidad con seguridad y perseverancia futura. Sin perder de vista el manejo y encausamiento de la protesta social, convertida en un punto de permanente atención institucional, ante todas esas proyecciones de marchas y protestas, es urgente recordar y potenciar la seguridad ciudadana.