El hoy presidente Petro no ha podido dejar atrás un método de comunicaciones que le fue útil durante la campaña, pero que está resultando nefasto para utilizarlo desde el gobierno. Me refiero al disparo de ráfagas inesperadas de trinos que levantan una gran polvareda, que a la postre no terminan en nada, pero que en el entretanto causan inmenso daño a la imagen institucional del país. Últimamente vivimos metidos en un torbellino de sustos y sobresaltos ocasionados por los trinos fallidos del presidente.
Un buen día está el presidente Petro visitando el departamento del Atlántico, desde donde dice que habrá que decretar una especie de emergencia económica precautelativa frente a la ola invernal que se avecina. La emergencia económica prevista en el artículo 215 de la Constitución no fue ideada para cubrirse precautelativamente, sino para hacerle frente a hechos inesperados o emergentes de gravedad. Sin embargo, la idea comenzó a sonar. ¿Se avecina entonces un estado de emergencia constitucional se preguntó la gente? Al fin no pasó nada, pero hubo casi una semana de sobresalto constitucional por cuenta de este anuncio.
En otra ocasión el presidente Petro, en la asamblea de Andesco en Cartagena, anunció que se disponía a “Intervenir la Creg”, pasándole sus funciones regulatorias al ministerio de Minas y Energía ante el alza de las tarifas en la energía eléctrica. Nuevamente hubo confusión y sobresalto. ¿Cómo es eso se preguntó de nuevo la gente que se va a intervenir la entidad especializada en regular las tarifas de los servicios públicos creada hace 30 años para (rompiendo toda la institucionalidad) pasarle sus funciones a un ministerio? Esta amenaza presidencial resultó ser un mero volador de distracción, que no acabó en nada distinto de generar susto y desconcierto.
Tercer ejemplo. En repetidos trinos el presidente Petro dio a entender que el gobierno se disponía a quebrantar la Regla Fiscal para adquirir tierras con base en más endeudamiento. De nuevo cunde el desconcierto. ¿Cómo así que se va a abandonar la norma que nos garantiza un mínimo de estabilidad financiera para comprar tierras con endeudamiento desmesurado por $60 billones, cuando la Reforma Agraria se puede cumplir perfectamente sin reventar la Regla Fiscal? De nuevo el susto y el desconcierto. Afortunadamente el ministro Ocampo salió a decir lo contrario de lo que estaba sugiriendo su jefe, y las aguas volvieron a tranquilizarse.
Último ejemplo: con el propósito de echarle el agua sucia de la inflación, que efectivamente está muy alta, al Banco de República, el presidente sale a desconceptuar en un insólito hilo de trinos al emisor, afirmando que en vez de subir las tasas de interés que ha elevado el Banco para enfriar la economía, lo que debería pensarse sería en un impuesto a la salida de capitales golondrina como el que estableció la Argentina cuando inició su descenso a los infiernos. De nuevo susto, sobresalto y estupor. La cotización del dólar no se hizo esperar y llegó en los días subsiguientes a este trino a niveles históricos. Es seguro que ni el Banco de la República ni el ministro Ocampo acompañarían al presidente en este despropósito. Pero el mal quedó hecho. Y la reacción del mercado cambiario fue la mejor muestra de la sorpresa que causó el inesperado trino presidencial.
La moraleja de todo esto es que parece que nos vamos a tener que acostumbrar a un curioso estilo de gobierno en el cual, en vez de hechos concretos se lanzan voladores que duran tanto como los de los fuegos artificiales, que no terminan en nada, pero que causan un inmenso daño por la incertidumbre que crean sobre la seriedad de la acción gubernamental.